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Publicado por
ANTONIO PAPELL
León

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LA SOMBRA del infortunio de Bush padre planea ahora sobre su hijo, quien parece no haber aprendido de aquella adversidad. Bush senior acababa de ganar brillantemente la Guerra del Golfo, y sin embargo perdió en 1992 las elecciones frente a Clinton. Fue entonces cuando James Carville, consejero estrella del presidente demócrata, acuñó la famosa frase, «Is the Economy, stupid», para explicar a un adversario el éxito de la campaña presidencial de quien después mantendría durante ocho años el crecimiento económico norteamericano de forma ininterrumpida. El hijo de aquél, George W. Bush, que no pudo evitar los relativamente previsibles atentados del 11-S, ha desarrollado campañas militares victoriosas de represalia en Afganistán y en Irak. En aquel remoto país, cayó el régimen de los talibanes pero las tropas aliadas sólo controlan realmente Kabul. En Irak, segunda potencia mundial en reservas petrolíferas, han fallado todas las previsiones. Las fuerzas angloamericanas de ocupación se han encontrado con un país devastado, escindido en minorías étnicas enfrentadas por viejos agravios, desconfiado con los extranjeros, en el que harían falta grandes inversiones para reconstruir los servicios públicos esenciales y en el que el simple mantenimiento del orden requeriría un despliegue de fuerzas mucho mayor que el actual. Al propio tiempo, las 'guerrillas' organizadas por los leales a Sadam Husein han firmado un pacto tácito y ocasional con los terroristas islámicos llegados de todas partes para combatir al «enemigo imperialista». Bush no puede sin embargo continuar el actual esfuerzo bélico y económico en Irak, ni mucho menos ampliarlo, si no quiere que se le desencamine definitivamente la economía en su país, lo que pondría en grave riesgo su reelección, que intentará en las elecciones de fines del 2004. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, el dinero habilitado para la guerra se acabará en marzo, y no será posible que Washington mantenga su presencia militar en el mundo si no reduce rápidamente el contingente ubicado en Irak. Bush ha pedido al Congreso otros 60.000 millones de dólares para la ocupación y la reconstrucción de Irak, que probablemente obtendrá, pero el déficit público se le disparará. En estas circunstancias apuradas, Bush desea la colaboración de la comunidad internacional en la normalización y la reconstrucción de Irak. La falta de mandato de la ONU para la invasión ha retraído, como es bien sabido, a muchos países, que no han querido involucrarse en las operaciones. No sólo Francia y Alemania se han inhibido y se niegan a mandar tropas a Irak: otros países del Tercer Mundo han hecho lo propio, y la India, por ejemplo, suspendió a última hora el envío de 18.000 soldados por considerar que el respaldo jurídico que les otorgaba la resolución 1.483 del Consejo de Seguridad de la ONU era insuficiente. Ante esta adversidad, Bush parece dispuesto a claudicar y a otorgar un cierto papel a la ONU, con tal que los países díscolos salgan en su auxilio. París y Bonn, reacios a cualquier desenlace del conflicto que suponga una legitimación a posteriori de la guerra ilegal, no han tardado en manifestar su opinión. Chirac y Schröder, casualmente juntos en Dresde, han dicho con claridad que sólo apoyarán una nueva resolución de las Naciones Unidas si la ONU dirige el proceso hacia un rápido traspaso del poder a los iraquíes. Ello equivale a un no rotundo a la pretensión de Washington de seguir controlando militarmente Irak con tropas de la ONU. Con toda probabilidad, el unilateralista Bush irá cediendo a las exigencias de los multilateralistas a medida que se sienta acosado por la necesidad. Ello demostrará que la arrogancia de Washington, capaz de prescindir de todos sus aliados fiado en su poderío militar, tiene escaso fundamento. El multilateralismo no sólo es una concepción jurídico-política del mundo sino un prorrateo de los gastos de la estabilidad. Así las cosas, es muy saludable que quienes no aceptaron en su momento participar o avalar una intervención militar que no tenía el visto bueno explícito de Naciones Unidas, condicionen ahora su intervención como apafuegos del conflicto.

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