LAS COSAS COMO SON
Los 27 consejos de ministros de Aznar
A JOSÉ MARÍA AZNAR le quedan, salvo excepciones, error u omisión, veintisiete consejos de ministros. Quizá algo más, si se tardase en formar el nuevo gobierno tras las elecciones de marzo, porque ya se sabe que no hay límite de tiempo para las consultas reales. En el primer consejo de la cuenta atrás, que fue también el primero del último Gobierno aznarista, el viernes, nos dieron la sorpresa de desatascar nada menos que cuatro programas de armamento que suponen una inversión de 4.100 millones de euros y el fin de un largo período de 'lobby' y pugnas subterráneas entre empresas de comunicación que trataban de influir para «vender» a su cliente, el helicóptero norteamericano Apache o el europeo Tigre. Más de mil trescientos millones de euros en juego, que fueron finalmente a parar a la opción Tigre, europea (francesa, sobre todo. Sería que Aznar quiso que Chirac, cuando llegue esta semana a Madrid, tenga una buena noticia), en la que participa la española CASA. La de destinar una cantidad récord en la historia de los consejos de ministros a armamento no ha sido una decisión ni suficientemente destacada ni suficientemente valorada, ni en ambientes gubernamentales ni en los de la oposición, que esta vez se ha abstenido de criticar esta medida. Quizá porque todos saben que la industria española necesita estos contratos, quizá porque intuyen y así lo van diciendo fuentes de Defensa que Estados Unidos mostrará su amistad hacia España consiguiéndole sustanciosas posibilidades de fabricar armamento para terceros países. O quizá porque también ventean todos que las Fuerzas Armadas españolas se refuerzan de cara a la inestabilidad que, sin duda, viene. Y que a nuestro país le puede llegar desde el sur. Resulta, en todo caso, indiscutible que, en los algo menos de siete meses que le quedan al frente del Gobierno, Aznar está dispuesto a ejercer el poder hasta el último día y a no hurtar el bulto ente decisiones comprometidas o presuntamente impopulares, como la de aprobar una tal inversión en armamento precisamente cuando muchas cejas se levantan ante la presencia de las tropas españolas en Irak. Quizá por ello se ha aprobado ahora esta tan largamente debatida en ámbitos internos del Gabinete inversión inmediatamente después de haber designado sucesor a Rajoy. Aznar quiere desembarazarle de cualquier decisión que pueda ser impopular. Por ello mismo, Rajoy ha salido del Gobierno para dedicarse a actos de partido: escribir en el Boletín Oficial del Estado puede ser beneficioso, pero a veces no lo es. Y salir a explicar medidas adoptadas en el consejo los viernes, como portavoz ante la prensa, puede, de cuando en cuando, resultar embarazoso; recuérdense algunos episodios del chapapote o cuando las protestas contra la guerra de Irak. Y ya digo: a Aznar le quedan aún casi treinta consejos de ministros en los que, a falta de capacidad legislativa -al Congreso le restan poco más de dos meses de vida efectiva, y varias de sus sesiones habrán de dedicarse al debate presupuestario, con lo que ya no pueden tramitarse proyectos de ley-, tratará de dejar las cosas arregladas por otras vías, tal vez mediante decretos complementarios a los Presupuestos. El mandato de Aznar se agotará sin que haya visto cumplidas dos de sus máximas y más ambiciosas decisiones: solucionar el contencioso de Gibraltar y acabar con el terrorismo de ETA. Pero le quedan muchos viajes que afrontar (tendrá, además, que ir presentando a Rajoy en la sociedad de los políticos europeos y americanos), tal vez algunos pactos que hilar y algunas incomunicaciones que solventar antes de que emprenda el rumbo a un futuro personal y profesional que aún todos, incluyendo acaso a él mismo, desconocen.