A LA ÚLTIMA
Tabaco y misiles
SI FUMAR es malo, ofrecerlo es peor. Y no me refiero al amiguete que hace la ronda sino a quienes, según las sacrosantas reglas del mercado, crean la oferta para atender la demanda de un producto legal que circula libremente por los circuitos comerciales. Si es demonizado como un peligro de muerte, ¿por qué no prohibirlo en nombre de la salud pública?. Ah, no, eso no. Efectivamente, el tabaco recorre un largo camino desde la planta de la tierra hasta la garganta del fumador. Y en ese camino aparecen incluso subvenciones públicas al cultivo, permisos y autorizaciones administrativas en la manufactura, en los canales distribuidores y en la publicidad de los medios de comunicación, que está restringida o limitada pero no prohibida con carácter general. El consumidor se limita a ejercer un acto libre de la voluntad. Pero parece ser el único que, por lo visto en estas desmesuradas campañas, debe autoflagelarse mediante un severo ejercicio de la responsabilidad. ¿Y qué pasa con la responsabilidad de otras voluntades, algunas públicas, que hacen posible la llegada del cigarrillo al comprador?. La desproporción y la hipocresía son evidentes. Sobre todo la hipocresía de una sociedad supuestamente organizada en orden al bienestar de sus ciudadanos. No es peor el tabaco que la guerra. Pero nos llega el mensaje contrario. Un gobernante puede estar dispuesto a meternos a todos en una guerra, pero dudo mucho que esté dispuesto a contemplar sus efectos. De hecho, trata de ocultarlos y hace todo lo posible por evitarse semejante impacto visual en los telediarios. Hasta ahí podíamos llegar. Y eso sí que mata. No el impacto sino la guerra misma. Mientras las autoridades españolas se piensan la posibilidad de implantar en nuestro país el catálogo fotográfico de horrores propuesto por la Unión Europea para que figuren en las cajetillas, propongo al señor José María Aznar que se instale en su despacho la foto de un soldado norteamericano agonizante en la guerra de Irak. Las hay a montones. A cual más truculenta. El impacto visual, con efectos sobre su conciencia de gobernante, sería muy beneficioso para enfrentarse a la alta responsabilidad de tomar decisiones perjudiciales para la salud. ¿O es que los misiles no matan más o al menos tanto como el tabaco?.