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Publicado por
RAFAEL GUIJARRO
León

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UNA compañía aérea se pregunta en su publicidad: ¿por qué cuando sueñas miras al cielo? Cuando sueñas despierto, se supone, porque cuando sueñas dormido no mirarás a nada. Pero es que yo cuando sueño no miro al cielo, ni dormido ni despierto. Y esa apropiación de las miradas de cada uno por parte de una compañía aérea, tan distinta de lo que hacemos cuando soñamos aquellas personas que no tienen por oficio completar las plazas de los aviones de su compañía, viene bien para preguntarse: ¿adónde miras cuando sueñas? A lo mejor al cielo mientras por él circulan los pájaros cantando y las nubes elevándose. Ese sueño que tiene un brusco despertar cuando lo interrumpe un avión que despega o aterriza, y lo vemos tan agresivo y mastodóntico, y fuera de punto respecto a las demás cosas del cielo o de la tierra. Y que no se nos vaya a caer encima con toda la gente apiñada bajo el síndrome de la clase turista, ansiosos perdidos sin poder fumar y bebiendo un whisky detrás de otro para calmar el miedo a volar en semejante pajarraco. Posiblemente, cada vez que miras al cielo y ves un avión, desde el 11 de septiembre miras alrededor a ver si hay un rascacielos cerca y las posibilidades de que se estrelle contra él, salpicando polvo, humo, vasos de whisky, ansiedad poco contenida, azafatas regañonas porque no te has abrochado el cinturón como debías, aunque ellas hayan hecho el memo delante de todos con esos gestos inequívocos de lo que hay que hacer en caso de emergencia con el cinturón, el chaleco salvavidas y tirar de la cuerda nunca dentro del avión. Hace falta valor, como en la canción, para soñar mirando al cielo y ver aviones despegando y aterrizando sin sentir escalofríos porque además lo hacen uno detrás de otro, sin parar, y venga a pasar por encima de ti metiendo un ruido infernal, espantando a los pájaros a los que mirabas mientras soñabas, y asustando a los animales, que el perro y los gatos se ponen como locos y los niños pequeños se echan a llorar, y tú venga a soñar con los aviones y el mal día que se te ocurrió irte a vivir tan cerca del aeropuerto, en una de aquellas promociones de casas baratas en las que la publicidad decía: si sueñas con tener un piso,