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Cosas de allá | El fin de un satélite

La sonda Galileo se suicida

Publicado por
R. Romar - redacción
León

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Será un suicidio de vértigo. A 175.000 kilómetros por hora, la sonda Galileo iniciará esta noche su cuenta atrás para convertirse en el primer mártir de la historia espacial, ya que su muerte es necesaria para salvar la luna Europa , un satélite que quizás en el futuro pueda albergar vida terrestre. En apenas unos minutos, el ingenio, cuya misión ha costado a la Nasa 1.500 millones de euros, se desintegrará en la atmósfera de Júpiter hasta convertirse en polvo cósmico. Galileo morirá de éxito. Lan-zada en 1989 por el transborda-dor Atlantis, en 1995 inició la exploración de Júpiter en una de las misiones más fructíferas de la investigación espacial. La sonda detectó la enorme actividad vulcánica de la luna joviana Io, pero, sobre todo, detectó océanos subterráneos de agua helada en Ganímedes, Callisto y Europa. Éste último satélite constituye la gran espe-ranza de los científicos y es la razón del sacrificio de Galileo, un sacrificio en el que también tiene parte de culpa la falta de previsión de la Nasa. El objetivo inicial de la agencia espacial era que la sonda, que ha recorrido 4.600 millones de kilómetros, siguiese observan-do Júpiter hasta que finalizase su combustible. Pero ante esta circunstancia, que se ha hecho efectiva ahora, advirtió que la sonda, sin control, podría co-rrer el riesgo de ser arrastrada por la fuerza de la gravedad y caer, o al menos alguno de sus restos, en la luna Europa, a la que contaminaría con bacterias terrestres. Pero hasta minutos antes de su suicidio anunciado, Galileo seguirá proporcionando información e imágenes sobre Júpiter. Hasta el momento ha transmitido 14.000 fotografías en los 14 años de funcionamiento. Habitualmente, la Nasa so-mete a sus sondas a un proceso de desinfección de bacterias para evitar sucesos como éste, pero en el caso de Galileo no lo hizo porque había limitado su misión única y exclusivamente a la observación de Júpiter. Éste era el plan, hasta que, hace ya varios años, el descubrimiento de un gran océano helado en Europa hizo concebir a los científicos esperanzas de poder encontrar grandes reservas de agua líquida en el planeta, el requisito esencial para la vida.