| Visto y oído |
Regreso a la patria
En Villamejil ayer se vistieron de fiesta para recibir a una antigua vecina que actualmente reside en Cuba. Por otro lado, en el pueblo de Cofiñal se ha recuperado una antigua tradición en el que los pueblos de la comarca se enfrenta entre sí de manera amistosa. Vuelta a casa El Ayuntamiento de Villamejil tributó ayer un emotivo homenaje a Felicidad Sarmiento Redondo, nacida en Cogorderos hace 90 años, que regresó a su pueblo gracias al Programa Añoranza, de la Diputación provincial. La anciana, que reside en Guantánamo-Central (Cuba) junto a sus hijos, recibió el reconocimiento en compañía de su prima política, Laura Álvarez, y la familia de ésta, los parientes más cercanos que conserva en la localidad. La jornada comenzó con el reencuentro entre Felicidad Sarmiento y sus antiguos convecinos, que la esperaron para recibirla, y una visita a la iglesia de San Martín de Cogorderos (en la que fue bautizada) y a su antigua casa. La anciana dijo conservar escasos recuerdos del pueblo, del que se marchó junto a sus padres y una hermana cuando tenía siete años. Sarmiento confesó encontrar los rincones de su infancia muy cambiados y admitió que su deseo siempre fue volver a España. Posteriormente, en el Ayuntamiento, la visitante recibió un ramo de flores y otros obsequios de manos del alcalde de Villamejil, Ángel Carrera, en un acto al que también acudieron el diputado de Bienestar Social, Agustín García Millán, y sus compañeros en la institución provincial, Natividad Cordero (PP) y Joaquín Llamas (PSOE). El acto finalizó con una comida tradicional cepedana. La anciana, que regresará a Cuba el 4 de octubre, permanece en la Residencia Santa Luisa, de la administración provincial. 1397124194 Desafío montañés En fechas veraniegas, y por iniciativa de vecinos e hijos del pueblo de Cofiñal, a través de un desafío al estilo antiguo, se recuperó el enfrentamiento amistosos entre pueblos de la comarca. Orones fue el rival, reforzado con vecinos de Reyero, Viego y Pallide, en dos grandiosas partidas de bolos en las que, a parte de ganar, se ponía en juego el pago de una cena y una comida para todos los participantes. El primer día, el desafío se celebró por la tarde y, después de una reñida lucha, se pasó a degustar la cena que había preparado Chon en su bar de Pallide. Pagó la factura el equipo de Cofiñal. La revancha se mitigó, una semana más tarde, en el mismo establecimiento hostelero, con una comida que dio paso al enfrentamiento que ganó Cofiñal. De otra forma, las consecuencias podrían haber sido trágicas para la moral de la afición.