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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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EL RAYO del líder podría galopar muy pronto sobre el césped de La Moncloa. Es el regalo de Muammar el Gadafi al presidente del Gobierno español. Se trata de un caballo de pura raza árabe, angloárabe más bien, que transmite al jinete mediante un temblor muscular sus presentimientos y sus satisfacciones. Suelen tener blanda la boca estos corceles, por lo que el bocado irrita su paladar; responden mejor al «filete», bocado sin curvatura, y obedecen con mejor talante a la suave presión de una rienda en su cuello que al tirón. Mientras Aznar dialogaba con Gadafi en Trípoli, en Berlín retomaba el eje francoalemán la iniciativade la Unión Europea. «La vieja Europa» despectivamente señalada por Rumsfeld transmitía una imagen de novedad. Francia y Alemania, reunidos conjuntamente sus respectivos gabinetes ministeriales, han valorado desde una nueva perspectiva la crisis de Irak. Esa nueva perspectiva vendría alumbrada por las correcciones, más que subliminales, que Bush está haciendo a su estrategia unilateral, aunque apoyada por Blair y Aznar, en su estrategia iraquí. España, despegada del eje francoalemán, tampoco parece engarzada, a estas alturas del problema de Irak, en el eje hispano/ítalo/británico, del que Blair se habría desprendido en su aproximación a París y Berlín. Aznar, sin embargo, tiene el arte de la adaptación a las circunstancias y, aunque se vea circunstancialmente ayuno de protagonismo en la evolución europea, sabe salir mediante declaraciones oportunas al paso de las vicisitudes políticas, para engancharse a ellas. A cada país le corresponde un papel en el mundo, y el presidente español ha representado el de abrir o intentar abrir a Gadafi a la normalidad internacional, incrementando al mismo tiempo, y eso es muy importante, las relaciones económicas ente Libia y España. El «aznarismo» estaría echando de menos, sin embargo, el momento estelar en el que Aznar, desde la fotografía de Las Azores, situaba a nuestro país en el primer plano de las candilejas internacionales. El apoyo condicionado de Alemania y Francia a la ayuda que Bush reclama de la ONU, junto a la labor mediadora de Blair, reduciría, sin embargo, el papel que a nuestro presidente le gustaría seguir representando Pero el Rayo del líder retozando en el césped de La Moncloa difuminaría un foco de inestabilidad en el Mediterráneo.