Diario de León
León

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NO SE puede disfrutar de una buena educación si no se invierte -cuando se habla de educación hay que hablar de inversión y no de gasto-, ni se puede hacer una reforma educativa, como la que implica la Ley de Calidad, sin invertir más dinero. No se puede tener profesorado bien formado si no se dedican fondos suficientes a su formación y no se pueden tener unas aulas informatizadas si no se dispone de los medios económicos para comprar ordenadores. Lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Y nos falta mucho. España ha disminuido su gasto en educación, pero ha aumentado sensiblemente el gasto por alumno, que hoy se sitúa casi en 3.000 euros. Eso significa que como se ha producido una fuerte disminución de alumnado, lo que se invierte-gasta en educación por alumno es más. La oposición mantiene que estamos a la cola de Europa en inversión educativa y que hay que invertir esa tendencia. Estoy de acuerdo, aunque no basta con invertir más. Son necesarias otras cosas que aseguren que se invierte bien y donde es necesario. La izquierda, por ejemplo, quiere reducir los conciertos educativos y crear más centros públicos, aunque eso suponga gastar el doble sin necesidad alguna y sin ninguna garantía de mayor calidad. La utilización de los recursos debe ser inteligente y lo público no garantiza que sea mejor. Pero hay algo más importante. Todas las comunidades autónomas tienen transferidas las competencias en educación, como en sanidad, dos asuntos sensibles para los ciudadanos. De todas las comunidades socialistas, sólo una, Asturias, supera la media española de gasto en educación. Andalucía es la última de España. Sólo el País Vasco y Navarra, que gastan más de 4.000 euros por alumno, y Asturias, La Rioja y Castilla y León están algo por encima de los 3.000. En sanidad, sólo una Madrid, ha utilizado un mecanismo recaudador -el impuesto sobre la gasolina- para aumentar su presupuesto sanitario. Las autonomías pueden fijar sus prioridades sin esperar a que «papá Estado» solucione los problemas. Si creen -y deben hacerlo- que la educación es una prioridad tendrán que invertir más en educación y menos en otras cosas. Lo demás es hablar por hablar.

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