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Publicado por
RAFAEL GUIJARRO
León

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A LA hora de pedir un café con leche, además de que sea largo, corto, cortado, capuchino, con la leche fría, templada, o caliente, puede pedirse también, en los mejores locales, con leche funcional: «Me dé un café con leche funcional», se puede pedir. Y si el camarero no pestañea y sirve ese café como si tal cosa, eso quiere decir que está uno tomándose un cafelito en un bar de lo más moderno de la city. Para algunas compañías lecheras esas leches les representan el 40 por ciento de lo que fabrican, porque ya no se trata de un mero envasado, de que la vaca dé leche y las lecheras la metan en una botella o un tetrabrik, sino de fabricar la leche con lo que viene de la vaca y con otras cosas que la hagan más suculenta. Las leches funcionales son las que están enriquecidas con otros «nutrientes» -atención a esta palabra que cada vez formará una parte mayor de nuestra vida- que la hacen un alimento más completo. Casi nadie se toma la leche sola por sí misma y esto desde los tiempos ancestrales; al líquido vacuno siempre se le ha puesto café, azúcar, cacao, miel y otras materias que lo hicieran digerible con el cuento de que también resultaba un remedio buenísimo para el catarro, si se le añadía una buena copa de coñac, hasta llegar al colmo de la leche, a la leche inexistente, cuando uno decidía meterse el copazo directamente, de aquellos coñacs que lo mismo servían para curarse que para limpiar los cubiertos, y dejarse de leches y de historias. Pero a la leche le ha tocado el dudoso honor de convertirse en el más destacado alimento que es también medicina, que ayuda a no engordar, y además se le pueden meter con facilidad «nutrientes» que alargan la vida, hacen crecer el pelo, mejoran la silueta de las señoras y/o de sus maridos e hijos, colaboran al buen tránsito intestinal, evitan el colesterol malo y fomentan el bueno, y casi ponen y quitan la televisión y saben programar el mando a distancia. Dentro de poco con las botellas de leche se podrán hacer fotos como ahora con los teléfonos, enviar mails y sms, consultar al podólogo y predecir los resultados de fútbol. Quedamos ahora los nostálgicos del coñac como genuino curalotodo, desplazados de nuestros gustos por el componente lácteo del que se podía prescindir y se ha vuelto más necesario que nunca, y el coñac es el que se va por el sumidero.

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