Diario de León
Publicado por
PEDRO CRESPO
León

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EL LENGUAJE del amor ha adoptado todos los signos y muestras relacionadas con el hombre. El violín y las violetas han alternado en su claro mensaje de demanda. Sentimental. Hay un lenguaje de las flores como hay boleros, y hasta con el abanico han hablado, sin palabras, las anhelantes damiselas occidentales de otros tiempos, como las de latitudes africanas contaban a los varones de su territorio, por medio de su peinado, si se encontraban dispuestas y favorables al acoso del galán, si lo conocían ya, siendo viudas, o si ya tenían dueño y marido. Pero lo último en el lenguaje de las ocasiones y las oportunidades ha surgido (y hasta cierto punto parece lógico que así sea) en un supermercado fino, el de unos grandes almacenes, y en París, que sigue teniendo, aunque sólo sea por hábito, la capitalidad del amor entre las grandes ciudades europeas. En la sección de alimentos finos, en esa sección dedicada a las conservas de ostras, al caviar de distinta granulación y al jamón de pata negra, de las parisinas Galerías Lafayette, en combinación con el servidor Yahoo, han instalado una subsección de cestas pintadas en color malva, «especiales para solteros», y una caja especial «singles» para que los usuarios puedan mostrarse ocurrentes, galantes o simplemente se dejen contemplar unos a otros formando parte de la cola, si la hay, antes de tomar la iniciativa, sabiendo de antemano (que no es poco) que ésta no podrá ser malinterpretada. A la vista de lo que contenga la cesta cada uno podrá conocer previamente los gustos del otro en muy diversas especialidades alimenticias, en frutas tropicales, en latería fina o en materia de pan, blanco o de fibras, y una vez vencida la timidez inicial cabrá preguntar a la posible pareja si vino en coche, en taxi o en autobús y ofrecerse, si es el caso, a transportarla. Un artista holandés ha tenido la idea de la cesta malva y, luego, han llegado los expertos de marketing que han bautizado el sistema como el supermercado de las citas, y establecido unas horas fijas, en la tarde de los jueves, día mágico desde que, cuando niños, nos repartían globos, que ahora podrá serlo más. Lo que revela psicológicamente la medida es el alto grado de soledad que azota las grandes urbes, incluso entre las gentes con trabajo y salarios discretamente altos, y que a la hora de hacer la compra tanto da un sexo como el contrario.

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