Estar a la altura
Debemos estar dando la talla porque las selecciones masculina y femenina de baloncesto se encuentran entre las mejores del mundo y ahí no se puede ser al mismo tiempo competitivo y canijo. Parece de lo más normal que haya ciudadanos españoles de mucho más de un metro ochenta que no sean unos grandones despatarrados, sino que se muevan y salten, y cojan los rebotes, y encesten en un aro que parece mucho más pequeño que el balón. En los hoteles, las camas son más grandes; los coches que nos compramos no tienen nada que ver con el seiscientos y el cuatro-cuatro en los que nos resultan inverosímiles las cosas que recordamos haber hecho en ellos. Nosotros también debemos haber crecido porque los ves ahora y te parecen coches para contorsionistas. Y los mozos y las mozas que juegan y saltan al baloncesto, y los que no lo hacen, son todos un palmo más altos que sus progenitores. La prueba es que ya no hay españoles para el fútbol, que es un deporte de bajitos. Si los equipos quieren ir a la Champions, tienen que trufarse de brasileños, francomagrebíes, holandeses, argentinos variados e incluso británicos, y la selección española siempre se queda en cuartos: no pudo ser, dicen los comentaristas. Cómo va a ser si todos los jugadores de las selecciones que van por delante de la española juegan en lugar de esos españoles bajitos, que ya no quedan con toque de balón, en los llamados equipos españoles de mayor tronío y posibles para afrontar un campeonato grande. En cambio, los del baloncesto juegan fuera. Hacen de brasileños y holandeses en los equipos competitivos de los grandes torneos. Y la selección con ellos está entre las mejores. Los futbolistas españoles que han jugado por ahí, se han vuelto enseguida, salvo Luis Suárez, y de eso hace ya mil años. El ciclismo que también es deporte de gente chupadilla no está en sus mejores momentos. Para recomponer un equipo se traen a un alemán. El otro que manda es norteamericano y los hispanos por ahí se andan. Y no sé si en las motos van mejor los altos que los bajos, pero el chaval que ganó el otro día, confesó que la moto le venía pequeña. Así que estamos cambiando, aunque los que cambian son ellos, los más jóvenes. Los demás utilizamos el plural de comentarista, ese «estamos jugando bien» que significa que ellos juegan bien y nosotros lo vemos bien.