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Publicado por
Manu Leguineche
León

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Ya están los émulos del Gregory Peck de Vacaciones en Roma preparados para retransmitir el cónclave, el suspense de la humareda negra, la humareda blanca. Los tejados y los balcones de Roma y el Vaticano se cotizan muy alto, lo mismo que los mejores puestos desde los que atisbar con las cámaras la Capilla Sixtina donde se reúnen los «príncipes de la Iglesia» para votar en secreto. La vida de Juan Pablo II se apaga. El Parkinson, la artritis, los problemas intestinales de un hombre de 83 años, con graves problemas para hablar y andar vacilante, tiroteado en la Plaza de San Pedro, anuncian el final de una vida intensa, ajetreada. Pero su alma eslava le empuja a resistir hasta el final. Parece que el Papa ha confirmado que no volverá a viajar. Su último periplo ha sido a Eslovaquia. Quizá le quede Pompeya, donde iría en helicóptero. Las elección anticipada de 31 cardenales, los que si tienen menos de 80 años elegirán al sucesor de Wojtyla en la sede de Pedro, muestra la preocupación de la Santa Sede por la salud del Papa polaco. Los 31 elegidos, entre ellos dos españoles, serán elevados a la púrpura cardenalicia el 21 de octubre,25 aniversario del pontificado y fecha de la beatificación de la Madre Teresa. Una primera lectura de la elección de Juan Pablo II indica que la relación de «fuerzas» sigue marcada por el predominio de los cardenales europeos sobre otros. Estos últimos años se habla mucho de que la «fumata blanca» podría anunciar a un Pontífice latinoamericano. Es el hemisferio que más católicos reúne, casi la mitad, aunque mientras se incrementaba el número de cardenales europeos, los de la otra orilla eran sólo dos más. Se citan como candidatos, entre los europeos al cardenal de Milán Tettamanzi, que ha advertido sobre los peligros de la globalización, al cardenal vienés Shonborn, que ha limpiado su diócesis de escándalos sexuales. Entre los latinoamericanos se cita Roberto Rivera, arzobispo de Ciudad de México y al hondureño Rodríguez Maradiaga. Lo que ha subido, hasta 17,es el número de los cardenales del Este de Europa. Como es costumbre Juan Pablo II se ha reservado el nombre del cardenal secreto, «in pectore», que lleva entre el pecho y el corazón por razones de prudencia: la elección puede crearle problemas entre regímenes comprometidos. Es posible que sea el obispo de Hong Kong, el salesiano Joseph Zen o el arzobispo de la Rusia europea septentrional de los Latinos Tadeusz Kondrusiewicz. Juan Pablo II deroga una vez más la norma de Pablo VI que él mismo confirmo en 1996 con la constitución apostólica Universi dominici gregis que no superaría el máximo de 120 cardenales electores en un futuro cónclave. Se disparan de nuevo las especulaciones sobre el sucesor de Wojtyla. Algunos expertos aseguran que será alguien próximo al pueblo, un africano, el continente olvidado y maldito o latinoamericano más que alguien adscrito al universo vaticano. Son numerosos los cardenales que desean una Iglesia menos centralizada, que devuelva el poder y la responsabilidad a los obispos de todo el mundo.

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