Las autoridades separan a la princesa gitana de 13 años de su esposo de 17

La Dirección para la Protección de la Infancia en Rumanía anunció ayer que ha decidido separar a la princesa gitana Ana María, de 13 años, de su esposo Birita, de 17, después de que una investigación haya demostrado la ilegalidad de la boda de ambos, celebrada el pasado sábado en Sibiu (centro). Esta decisión prevé, además, que se prohibirá cohabitar a los dos esposos y se les obligará a continuar sus estudios, según un comunicado de esta dirección. El padre de Ana María, el rey de los gitanos Florin Cioaba, acusado por la prensa de haber obligado a su hija a casarse con Birita a cambio de 500 piezas de oro, una limusina y un apartamento, se ha mostrado «contento» por esta decisión. «Esta decisión es, en todo caso, mejor que la propuesta por la relatora del Parlamento Europeo para Rumanía, Emma Nicholson, quien incluso mencionó la posibilidad de ingresar a mi hija y a su marido a un centro para menores», declaró Cioaba a la prensa. El casamiento por la ley gitana de esta niña provocó las críticas de la comunidad internacional que acusó al marido de mantener relaciones con una menor de edad. Incluso, la relatora del Parlamento Europeo, Emma Nicholso, calificó de violación el acto celebrado. El matrimonio entre los dos niños era esperado por toda la comunidad gitana de Rumanía que siguió por los medios de comunicación el desarrollo de la ceremonia, oficiada por su padre, según la ley gitana, que además es el representante espiritual de la congregación. El padre de la niña defendió el matrimonio porque es costumbre en la ley gitana que las jóvenes se casen a temprana edad.