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Publicado por
CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE
León

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FUMAR es una cosa malísima que el Ministerio de Sanidad combate y el de Hacienda incentiva. Fumar mata, clama Ana Pastor para disuadir a los fumadores en el mismo telediario en el que Montoro anuncia nuevas rebajas de impuestos gracias a lo bien que el Gobierno administra, entre otros, los impuestos del tabaco. ¡Qué enorme hipocresía!. Deja una 'pasta'. El tabaco. Y no solo a Hacienda. Como el alcohol, por cierto, la otra gran droga «legal» de nuestra civilización, ese descomunal negocio al que todavía ni siquiera han llegado las ridículas «esquelas» que la Unión Europea, que considera el vino un «alimento», ha acordado imprimir... adivina adivinanza, ¿por qué solo en la más humilde y popular de las labores del «fumeque», las cajetillas, y no en las caras cajas de puros, por qué? Si el tabaco y el alcohol fueran drogas tan duras como la «coca» o la heroína (lo son, no lo duden: igual de malas y de destructivas), serían ilegales, replican mis jóvenes alumnos cuando intento animarles a dejar de fumar. Ni uno lo ha dejado. Frente al enorme atractivo de la publicidad subliminal que les anima a fumar y a beber, las «pegatinas» de Ana Pastor les dan risa. Y, tienen razón. Si fumar y beber mata, ¿por qué el Gobierno, que se supone que vela por nuestra salud, no ilegaliza el tabaco y el alcohol? Por lo mismo que permite que los coches corran mucho más que lo previsto por los límites legales de velocidad que ellos mismos ordenan, pese a la tremenda cosecha de muerte que se cobra cada día la carretera. O que en los telediarios y programas '«rosas» de las teles públicas, en horas de máxima audiencia, salgan cada día desfiles de moda con modelos anoréxicas como reclamo, pese a los estragos crecientes (en esto si que vamos a más, señor Aznar) que esta cruel enfermedad causa entre los más jóvenes. Ya, incluso entre los niños. Al Gobierno, a los gobiernos, les importa, sobre todo, el negocio. Que haya negocio. La economía. Recaudar. ¿Nuestra salud? Se les llena la boca, lo sé, pero, si les medimos por lo que hacen, no por lo que dicen, y a los hechos me remito, muchísimo menos que la economía. Solo en la medida en que da votos. O lo justo para lavarse un poco la conciencia. Con perdón por la crudeza, amigos: un bledo.