CRÉMER CONTRA CRÉMER
Los enchufes múltiples
NO SÉ SI SERÁ necesario hacer un poco de historia para saber de qué va la cosa: El término «enchufe», que no sé si todavía no ha sido incorporado al Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, fue conseguido de un personaje madrileño, electricista de profesión, perteneciente al incipiente Partido Socialista Obrero Español, que a fuerza de acumular sobre sí cargos, empleos, comisiones y funciones políticas, todas ellas naturalmente remuneradas, con la generosidad que la época permitía, consiguió que su nombre fuera incorporado a la relación de hombres famosos. Y se decía, significativamente, entre la ciudadanía: «Tienes más enchufes que Fulano» (Después de personaje muerto, la anécdota). Y en aquellos tiempos, por muchas razones realmente honestas, salvo excepciones que confirmaban la regla, ser tenido y señalado como «enchufista» resultaba infinitamente más deshonroso que ser tenido por salteador de huertos. Alguno de nuestros más perspicaces e intencionados hombres públicos, defendiendo el título de honorabilidad que le acreditaba, se apresuraba a poner de manifiesto, que, pese a toda clase de normas, costumbres y ley de Bases, no cobraba del presupuesto más que por una sola de sus actividades. Naturalmente aquella generación murió casi con el culo al aire y en zapatillas. Y cuando los apasionantes trepadores de la actualidad, que lo mismo se aprovechan de un fregado que de un barrido, para cubrir sus ambiciones, repasan las nóminas de aquellos caballeros, ensayan una sonrisa irónica y repiten: «Peor para ellos». Y es que en esta hora nuestra, tan convulsa y variable el que menos de nuestros hombres públicos, sin duda por sus propios méritos y por sus habilidades, acumula no uno, ni dos, ni tres, sino hasta cuatro cargos, todos y cada uno de ellos con su debido pertrecho económico sin que se le encoja la conciencia cuando alarga la mano y se dedica a la firma de sus numerosas atribuciones, oficiales y oficiosas con cargo al erario público. Dicen que no debemos sentirnos ni asombrados ni humillados ni vencidos, porque estamos en el tiempo clásico que Platón señalaba como el de los que no corren y vuelan. Un señor del Bierzo, cuyo nombre no hace al caso o si hace peor para él, ha denunciado que otro señor, por lo visto muy discutible, ingresa hasta cuatro sueldos, obvenciones, remuneraciones, dietas y lo que fuere menester por su actividad se supone que didáctica en un Colegio; por su relación municipal con el Ayuntamiento y presidente de un Consejo... Yo no sé si esta situación privilegiada denunciada en letras de molde, es cierta o calumniosa, porque a lo que estaba llamado el que suscribe es a descubrir la realidad y no a sumarse a ninguna condena particular. Porque muchas de las personas que andan por el mundo con un solo jornal o con una sola pensión, se sienten naturalmente injuriadas por estos salteadores de presupuestos. Es perfectamente natural y humano que todos intentemos mejorar de situación, incentivando nuestra capacidad de empleo, pero, naturalmente, sin convertirnos en devoradores de nóminas, en privilegiados, pro lo regular por el solo mérito de pertenecer a este o al otro partido político. Porque la política, diga lo que quiera el Gran Caudillo, no es o no debe ser un oficio, una profesión, un medio de hacerse rico, sino una contribución personal para elevar el nivel de vida de la comunidad. O sea de todos los humildes ciudadanos de este Estado, aunque no pertenezcan a ninguno de los partidos turnantes.