A LA ÚLTIMA
Motor averiado
LOS SERVICIOS del Banco de España advierten: el encarecimiento artificial de los precios de la vivienda (inflados hasta un 20 por ciento) puede sufrir un reajuste brusco, lo cual tendría graves consecuencias para las familias y para la economía española. A las familias les advierte del quebranto en sus ahorros y en las deudas contraidas por la compra de una vivienda cuya valoración puede desplomarse de repente. Y al Gobierno le dice que, ojo, porque la economía está funcionando con un motor averiado, si tenemos en cuenta que el sector de la construcción en España supone nada menos que el 15 por ciento del PIB. El toque de atención, matizado posteriormente sin rectificar el fondo del asunto, ha servido para motivar a los gobernantes y a quienes aspiran a serlo, que ultimamente no hablan de otra cosa. Eso de momento garantiza que la vivienda estará presente en las campañas electorales que se avecinan, pero no garantiza un mínimo de consenso a la hora de establecer el diagnóstico y, por tanto, un tratamiento a ser posible concertado por todas las fuerzas políticas. Mientras que los socialistas entran en campaña acusando al Gobierno de ser el principal responsable del desmesurado aumento de los precios, los ministros y los dirigentes del PP se envuelven en la bandera del «España va bien». Pues ni lo uno ni lo otro aunque será difícil que en época preelectoral, unos y otros quieran atacar juntos el mal. No olvidemos que el PSOE gobierna en tantos o más ayuntamientos que el PP a lo largo y ancho de la geografía nacional. El asunto se suele despachar con explicaciones parciales sin llegar a las raices del problema. La óptica liberal del Gobierno lo achaca al mercado, pero calla sobre la incidencia de las administraciones municipales en el juego de la oferta y la demanda de suelo. La capacidad de los Ayuntamientos para alterar ese juego, con sus decisivas competencias en calificaciones y recalificaciones, nada tiene que ver con las leyes del mercado. Otra explicación recurrente es la mejora del empleo, como palanca impulsora de la capacidad de compra de una vivienda entre los españolitos de a pie. Pero se oculta que España sigue a la cabeza de la UE en índices de paro laboral y que muchas compras son inversiones especulativas y nada tienen que ver con la necesidad primaria de encontrar un alojamiento familiar.