Diario de León

Techo rígido escamoteable en poco más de veinte segundos y tarifa entre 19.165 y 24.615 euros

Renault Mégane Coupé Cabriolet, un capricho que está al alcance de todos

La marca apuesta por la contención crematística en la sexta declinación de su modelo medio

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Javier Fernández - león
León

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La gama superventas de Renault ya tiene su capricho, un descapotable de techo rígido aparcable en el maletero que se convierte, hasta la fecha, en la sexta posibilidad de elección en el abultado catálogo del Mégane II y con el que el fabricante pretende, a más de dar la batalla a otro de sus paisanos , cubrir huecos en los nichos comerciales del segmento medio que, bien se sabe, es donde vienen librándose algunas de las más enconadas batallas del panorama europeo. En las previsiones de la filial española, el Renault Mégane Coupé Cabriolet, una denominación casi más larga que los veintidós segundos exactos segundos que tarda el coche en descubrirse, se contempla un millar de unidades en año completo y alrededor de trescientas hasta finales del presente ejercicio. Más bonito por fuera que por dentro (las terminaciones del salpicadero resultan bastante sosas), el Mégane Coupé Cabriolet incrementa 14,6 centímetros su longitud en relación a la berlina homóloga, mientras reduce en 10,3 centímetros su batalla. Este hipotético contrasentido viene dado por el aumento del voladizo trasero, cuya consecuencia práctica es un maletero más que generoso tratándose de la versión de la que se trata: 490 litros en configuración cerrada y unos aceptables 190 litros cuando se circula con el techo abierto. Nada que objetar salvo, quizá, la ausencia de rueda de repuesto sustituida por un kit de reparación de pinchazos. Es el tributo que hay que pagar por la mencionada capacidad del maletero. Como cabe suponer cuando se habla de un coupé, más si ofrece la posibilidad descapotable, las plazas delanteras son las auténticas reinas de la pista, mientras que las traseras, sino testimoniales, sí que resultan escasamente utilizables salvo para casos de emergencia y en recorridos discretos. Eso, claro, si no se utiliza la redecilla anti-turbulencias (tan aconsejable con efectiva) puesto que en tal caso las tales plazas quedan absolutamente condenadas... al ostracismo más absoluto. Tampoco nos comamos el coco: en un descapotable tres son multitud... Y no digamos cuatro. En versión cerrada, el techo de cristal (traslúcido y lo suficientemente opaco como para que el sol no nos achicharre) propicia una sensación de «libertad» nada desdeñable y su cortinilla quitasol también se agradece en condiciones de extrema luminosidad. En cuanto al escalonamiento de gama, Renault sigue mostrándose con su habitual pragmatismo: dos mecánicas de gasolina y un turbodiesel. El primer peldaño motorístico viene dado por el 1.6 litros (16 válvulas) de 115 caballos unido a una caja manual de cinco marchas, mientras que la propuesta más alta es el 2.0 (también multiválvulas) de 136 caballos que se conjuga con un cambio de 6 velocidades, lo mismo que el gasóleo 1.9 dCi de 120 caballos de potencia. Se trata de motores revisados en esta segunda generación del Mégane y perfectamente conocidos por sus excelencias de comportamiento dinámico, sobre todo en el capítulo de la elasticidad y, en consecuencia, de facilidad de manejo. Una curiosidad. Mientras en configuración Coupé (cerrada) el Mégane no destaca por una insonorización depurada (rumorosidad aerodinámica) en abierto, con los cristales subidos y la redecilla, es todo lo contrario, puede circularse manteniendo elevados cruceros con total comodidad... cosas de la técnica. En suma, una interesante opción, sobre todo por precio, para quienes pretendan un descapotable con las ventajas de un cerrado; parco en equipamiento (sobre todo si se compara con su rival natural el 307 CC de Peugeot) y con un interiorismo claramente revisable en sus planteamientos estéticos y de materiales.

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