Vela gorda
ENCANTADO de hallarles aquí. Con gozo y sin solemnidad alguna celebré ayer la festividad de Sanseacabó y aquí debo comparecer de nuevo ante lo cotidiano. Vengo de la inopia y de la vaga divagancia, blanco el folio, la gorra en el cogote para despejar la frente... y que entre lo que haya de entrar. Así que desde mi páramo informativo me vi obligado a preguntar: Jefe, ¿qué es lo que tienes?... Y resultó que tenía de tó. Tenía gambas metidas, tenía chopitos plantados, tenía tortilla autonómica, tenía jamón de mogollón... y ensalada berciana, pimientos emigrados, bermejuelas en comisión, trenes en pepitoria, minas en salmuera, autovías congeladas, pan para sopa boba... y unos huevos bien aliñaos de regante menguante y canal pendiente, criadillas marinadas que un consejero se zampa de una sentá. Menú a la carta. Pero se ve al cliente harto de minuta consabida y ahora se envicia con tripicallería al canto, higadillos, menudencias, bofe estofado, casquería mediática que dicen y que por aquí llamamos de siempre «las caídas», entrañas de bestia, sangre cocida. Por lo que pregunta la calle es por las caídas y... por las levantadas, esto es, las que se izan y rabizan en los palos altos del gallinero, Aida digo, por ejemplo, esa tía, esa nada que la hoguera del espectáculo cuelae en cada salita de este país y en cada juicio de mostrador, será putón, dice este, será mamona y creída... Busca la calle saber con quiénes y cuántos barandas del pepé escarceó la moza con las bragas en el bolso. De Pucela a Zamora hay un reguero de nombres y presuntos, hay mondongo, aseguran. Será; pero en tocando a gozos y mantecaos de jergón, lo mismo que en dinero y amistad... la mitad de la mitad. En Valladolid, en la jefatura y sus cuarteles de niebla e invierno, me cuentan que hay nervios y ojete prieto por lo que pudiera largar la tal Aida, lo que pueda contar de cierto, que lo hay, y por la fabulación fantasiosa en la que está empadronada esta delirante y necia criatura que reza a Alá con un rosario y al diablo con una vela... así de gorda. Me aseguran que el figureo político ha comprado su silencio, de manera que la maldad cazurra ha embutido un nuevo término en el viejo refrán que así queda «Aidas, talones, moscas, gitanos y ganas de ser Madrid... Valladolid». Antes se decía «mierda, moscas...». Para el caso...