Diario de León

Una multitud fervorosa

La beatificación de la Madre Teresa coincide en el tiempo con el 25 aniversario de pontificado de Juan Pablo II por lo que a la Plaza de San Pedro acudieron miles de personas de razas y religiones distintas

Vista panorámica de la Plaza de San Pedro

Vista panorámica de la Plaza de San Pedro

Publicado por
Jaime Castillo - ciudad del vaticano
León

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Pocas veces en la historia moderna de la Iglesia católica se ha unido tantas y tan dispares voluntades para dar un mismo testimonio, como ocurrió ayer en la Plaza de San Pedro durante la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta. Gentes de todo tipo y condición, de todas las razas y religiones, incluidos muchos de los llamados no creyentes, llenaron la explanada vaticana y sus aledaños para asistir a la proclamación de una beata a la que la mayoría hace tiempo que considera «santa». Esas 300.000 personas, que siguieron de cerca y de lejos la larga ceremonia, estaban movidas por un sólo anhelo, por una plena identificación con el ejemplar milagro de la menuda monja albanesa que dio esperanza y consuelo a los pobres más pobres del mundo. «Nadie despierta más admiración hoy en día que la Madre Teresa, incluso entre personas que no son católicas, ni siquiera religiosas», afirmó Esther, una joven estudiante española, llegada a Roma para la beatificación junto a un grupo de compañeros de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Como Esther fueron miles los jóvenes que participaron en la ceremonia, en un día finalmente soleado, después de la lluvia caída en la noche y en la madrugada anterior, que amenazaban con deslucirla. Había muchos jóvenes, pero también muchos niños con sus padres adoptivos, que querían dar testimonio de una de las empresas de las Misioneras de la Caridad, como los cuatro chavales que vigilaban de cerca Giovanni y Loredana, dos napolitanos con dos hijos propios, que decidieron adoptar otros dos. «La Madre Teresa es el personaje más importante del último Siglo, nadie se ha atrevido a hacer las cosas que ha hecho ella y muchas personas se han parado a pensar en los problemas del mundo tras ver su ejemplo», dijo Giovanni. Esta reflexión de corte espiritual no le impidió a este napolitano dar rienda suelta, a renglón seguido, a su condición humana, al comprar un billete de lotería a un vendedor ambulante que se movía entre la multitud y decirle: «A ver si la santa me da suerte». En la Plaza seguían expectantes las 28 delegaciones oficiales de las iglesias ortodoxas o de la comunidad musulmana, mientras el gentío se desparramaba por Via de la Conciliazione en dirección al Tiber. En los aledaños del castillo de Sant Angelo un numeroso grupo de inmigrantes, ajeno a la celebración, preparaba con esmero sus tenderetes de gafas y bolsos de marcas falsificadas, a la espera de que llegaran los peregrinos. ¿Sabrán estos jóvenes quién era Madre Teresa de Calcuta?. Nos acercamos a uno de ellos, que nos dice que es somalí, le hacemos la pregunta y, sin dudarlo, contesta: «Claro que lo sé, era una monja que daba de comer a todo el mundo». Los católicos indios participaron ayer domingo en varias misas en Calcuta (este) y en otras ciudades en las que rindieron homenaje a la Madre Teresa.

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