Diario de León

La huérfana, la madre, la viuda y la mujer

La andaluza murió por no delatar y se adelantó a su tiempo al defender la igualdad de sexos y la lealtad ideológica

Mariana Pineda (1804-1831)

Mariana Pineda (1804-1831)

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León

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«Mariana Pineda llevaba en sus manos, no para vencer, sino para morir, dos armas, el amor y la libertad». Estas palabras de García Lorca definen la esencia de una granadina que se ha convertido en leyenda y símbolo de los valores constitucionales. Mariana demostró que la libertad y, sobre todo, la lealtad son valores que igualan a hombres y mujeres. Prefirió morir a delatar a los sublevados. Fue una de las pocas mujeres que en su tiempo cuestionó la ilegitimidad de un poder absoluto y corrupto. Defendió las libertades públicas y la igualdad entre sexos, lo que la transforma en un antecedente de las ideas libertarias que llegaron a España a finales del siglo XIX. Se atrevió a tener activismo político cuando en los mismos círculos liberales y masones no se aceptaba la presencia femenina. Con la misma libertad que eligió tener dos amantes, rechazó de plano los avances de quien la llevó a la muerte, Ramón Pedrosa. Cambió el tradicional e hipócrita concepto de honor femenino basado en la pureza sexual por el de incorruptibilidad de los principios éticos y la lealtad ideológica. Pero, ¿quién era? Nació en Granada el 1 de septiembre de 1804. Su padre, Mariano de Pineda y Ramirez, fue un marino de buena cuna y mala salud, capaz de sobrevivir a piratas e ingleses, pero no a una joven de humilde origen y soberbia belleza llamada María Dolores Muñoz. La pareja duró poco, ella se fue con otro y él falleció. La pequeña Mariana se crió con sus tíos. Rubia, de ojos azules y piel muy blanca, se casó a los 15 años con Manuel de Peralta, con quien tuvo dos hijos. Enviudó a los 17. Ayudó a los liberales y encargó bordar una bandera con el lema Libertad, igualdad y ley . Murió por garrote vil el 26 de mayo de 1831.

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