Diario de León

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EN TOCANDO a nombre o mote, lo mejor es no tomárselos en serio, tanto si son gloriosos como si llevan enhebrada la chirigota o la malsonancia. A los nombres de su vírgenes o sus pueblos nadie permite que se los toquen, pero a a los del vecino, tocino al canto. Quiere decirse que si los pueblos de la contorna deciden llamar a Villaquejida Villaquejode, pues no queda otro remedio que resignarse y sonreirse; sulfurarse es peor y eso espera el de los dardos. Otros lo llevan peor llamándose Redipollos o Redipuertas para alimentar facilonamente una malvada sorna. Y no digo Calamocos, Culebros, Cacabelos, Moscas del Páramo... por no citar la menudencia en potencia y atributos que parece desprenderse del nombre de Villarrabines. Tampoco son mancos Zambroncinos, Zotes o Sota, que en cervantino es puta, velahí. ¿Y quién fue el cabrón que bautizó a esos pueblos de entraña y barro en la ribera del Cea llamados Calaveras de arriba y de abajo, dos por uno?... Peor se lo pusieron a ese pueblo bañezano que se llamó hasta anteayer Sacaojos y hoy le dicen Santiago de la Valduerna; y lo mismo ocurrió con Alija de los Melones (tócamelos) y le cambiaron en el registro la coña para convertirse en Alija del Infantado de una sola zancada hacia el rango nobiliario, que es obsesión del pobre pechero de cuna humilde. Ni siquiera se libran pueblos de apelación altisonante como Pobladura de Pelayo García, porque viene después el del spray metiendo morcilla picante en el indicador de carretera y te queda la cosa en Polladura y escojonación. Otras veces la broma y la burla trasforma el apellido «de los Guzmanes» que llevan un pueblo y un palacio y queda «de los Gañanes», no sin razón en algún caso. Al contrario, hay nombres de belleza y literatura, algunos con exageración en el rizo. Para Sánchez Albornoz, el nombre más bonito de todos los pueblos españoles era uno leonés, Altobar de la Encomienda (me inclino por uno vecino, Saludes de Castroponce, o aquel lejano de hondo sueño, Villalibre de la Jurisdicción), aunque para guapos y raros, algunos de Zamora: Doney de la Requejada, Brime de Sog, Ayoó de Vidriales, Sampil, Mombuey, Manganeses de la Lampreana... Pero tampoco hay que creérselos. Cada cual es como es y nunca por su nombre. Y recuerda que jamás te llamas. Te llaman.

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