Diario de León

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ALBRICIAS trajo el papel con sus noticias. Sobre las escurridas, abarrenadas y algo podres aguas del Bernesga a su paso por León ciudad van a construir una minicentral eléctrica que lleva aparejada un aula interpretativa de energías renovables y no sé cuántos más beneficios indudables. Nunca es tarde si la picha es buena, pero parece que en buena hora viene Mangas Verdes a descubir la manteca cocida (esto de cocerla, aunque parezca, ya lo discurrieron y hacían en Laciana o Babia para que la mantequilla resistiera más tiempo sin arranciarse). Desde que en los años ochenta se aprobó un decreto-ley de protección a la energía, el que suscribe anda predicando en un ancho desierto las enormes y despreciadas posibilidades que tiene esta tierra leonesa y sus treinta mil kilómetros de cauce fluvial para autoabastecerse de electricidad hidráulica, consumirla a espuertas y exportar kilowatios sobrantes hasta que le crujan los dientes al lobo voraz de las multieléctricas. Pues bien, ha ocurrido lo contrario. Las viejas concesiones de molinos, fábricas de luz y derivaciones de caudal fueron compradas por gente rara y sociedades llambrionas precisamente para no desarrollar una producción amparada por ese decreto que obliga a empresas distribuidoras de electricidad a comprar a precio de mercado los kilowatios producidos por agua, viento o a pedales. Imaginé entonces a todo pueblo con río o simple reguero montando un generador automático por cuatro perras y colocando placas eléctricas gratis en todas las casas, cuadras incluídas, y con potencia residual para ofertarla a industrias o inversiones que acudieran a la miel. Soñé una tierra enriquecida por la energía más limpia y perpetua... En aquellos años había en León un delegado de Industria que soñaba lo mismo e incluso se planteó dejarlo todo y crear una empresa para esta explotación. Aseguraba que una conocida fábrica de harinas del alfoz resolvía la mitad de todo su consumo eléctrico gracias a la energía que le ordeñaba a un ridículo salto de metro y medio de la presa fluyente que sigue pasando por allí. ¿Cuántas presas y ríos corren para nada?... Cunda el ejemplo y el sentido común. Aprovéchese este oro líquido. Al menos el chorrón de luz que gastamos en calles y monumentos nos saldrá un poco más barato; incluso gratis. Y superaremos la idotez.

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