España incumple la normativa sobre accesibilidad para discapacitados
España es un país que dispone de leyes y normas para garantizar el movimiento y la movilidad de los discapacitados, pero, según los expertos, no se cumplen. Pese a que el diseño de las ciudades debería estar adaptado a las necesidades de las personas con algún tipo de impedimento, lo cierto es que cruzar un semáforo o acceder a un edificio público sigue siendo para muchos una odisea. La Once acaba de editar una "guía de accesibilidad para personas con ceguera y deficiencia visual", libro que pretende ser una "referencia imprescindible" para profesionales, empresas y administraciones. Los 3,5 millones de españoles que, según las estadísticas, tienen alguna discapacidad sufren continuamente dificultades para caminar por la acera o subir a un autobús. Una jungla La ciudad es una jungla no sólo para ellos, también para los que, sin padecer ningún tipo de minusvalía, tienen que ayudarse de unas muletas temporalmente o llevar un carro de la compra. «El diseño universal, aunque debe considerarse como una hermosa utopía, sobre todo en lo referente a las construcciones y equipamientos ya en uso, debe servir de bandera para la lucha diaria de personas e instituciones por conseguir que se haga realidad en fase de planificación de nuevos edificios, instalaciones y servicios destinados al uso de toda la comunidad», comenta Vicente Ruiz Martínez, director general adjunto de Servicios Sociales para Afiliados de la Once. Desde que el País Vasco publicó en 1981 la primera normativa de supresión de barreras arquitectónicas, el resto de comunidades autónomas se ha ido sumando a la iniciativa. Incluso existen sanciones para los que incumplan la norma. Pero una cosa es la ley y otra la realidad. Así, todos los edificios de nuevas construcción deben ser respetuosos con los requisitos de accesibilidad, imperativo que sistemáticamente se vulnera. Ni que decir tiene que tampoco la mayoría de los inmuebles rehabilitados se ajusta a lo que prescriben las leyes. Para los expertos de la Once una urbanización racional y cómoda es buena no sólo para los discapacitados, también lo es para los niños, ancianos, lesionados, embarazadas o peatones con carros de bebé o de la compra. Como aduce Ruiz Martínez, «ninguno tenemos garantizada para siempre la integridad total de las óptimas condiciones físicas, psíquicas y sensoriales».