Diario de León

Estas conductas pueden llegar a provocar frustración y desesperación en los padres

El 5% de los niños son hiperactivos

Padres, educadores y terapeutas deben plantear acciones conjuntas para abordar este problema. Hay que acepta

Los niños hiperactivos tienen problemas de rendimiento escolar y dificultades de adaptación social

Los niños hiperactivos tienen problemas de rendimiento escolar y dificultades de adaptación social

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T. Gómez - león
León

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Tiene dificultades para estar sentado o quieto durante unos minutos, empieza alguna tarea o juego y los abandona antes de terminar para comenzar otros, no presta atención, entra y sale de las habitaciones continuamente, saca la ropa de los cajones, es impulsivo, desobediente e insensible a los castigos y requiere constantemente la atención de sus padres. Cuando inicia la vida escolar, a pesar de tener un cociente de inteligencia normal, tiene problemas de rendimiento aunque suele obtener buenos resultados en las pruebas destinadas a valorar la capacidad cognitiva. Además, presenta dificultades de adaptación social, autoestima, e indicadores de ansiedad y estrés. Si estas conductas se manifiestan frecuentemente en su hijo podría ser uno de los niños con Trastorno por Déficit de Atención por Hiperactividad (TDAH), conocido popularmente como hiperactividad. Se trata de una alteración de la conducta cuya incidencia está aumentando en los países desarrollados que afecta en España a entre el 3 y el 5% de los menores de 10 años, aunque la incidencia es de seis a ocho veces mayor en los niños que en las niñas. Causas genéticas y biológicas Los síntomas aparecen al poco de nacer ya que suelen ser muy llorones, se despiertan sobresaltados, tienen una actividad motora excesiva y carecen de miedo al peligro, lo que les predispone a sufrir accidentes. A partir de los 3-4 años se vuelven indisciplinados y aumentan su actividad con la presencia de otras personas (principalmente los padres). No obstante, que un niño sea inquieto no significa que sea hiperactivo. Por eso, si los síntomas continúan a partir de los 5 ó 6 años se debe consultar al pediatra para descartar causas físicas y realizar una exploración psicológica o psiquiátrica. En ocasiones, la frustración y desesperación por no poder educar a un hijo desemboca en conflictos familiares y si les regañan en exceso incrementan el trastorno, reducen su autoestima y tienden al aislamiento social. Además, las dificultades en el aprendizaje llevan al 40% de los niños a abandonar los estudios y tienen un elevado riesgo de mostrar conductas antisociales en la adolescencia. Aunque los síntomas mejoran con los años, en la mitad de los casos pueden persistir en la edad adulta. Parece demostrado que el trastorno se debe a una disfunción del lóbulo frontal y a la deficiencia en la producción de neutrotransmisores cerebrales (dopamina y noradrenalina), para lo que se apunta a causas biológicas y genéticas. Entre las primeras están el consumo de alcohol, tabaco y drogas por parte de la madre durante el embarazo, el bajo peso al nacer o lesiones cerebrales o vivir en un entorno familiar inseguro (marginalidad, bajo nivel económico, psicopatologías paternas).

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