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...QUE ME LARGO. La casa está revuelta en desazón. La familia, algo crispada. Hay uno que desde hace años lleva haciendo el petate (y un hatillo como la saca de Alí Babá en el que apaña plata, títulos y fondos del tesoro). Es el hermano vasco que pide la hijuela, amaga el portazo y se nos caga en el apellido: ¡español, mierda; español, fascista!... El plan de Ibarreche es también una Hoja de Ruta con plazos e intransigencias, hoja remachada con balas, hoja de roble tozo guernicaco y un libelo de repudio en toda regla que la Biblia legitima en los matrimonios estériles. Hoja de Puta la llaman algunos. Cuando alguien pretende abandonar la mesa donde comen todos es sencillamente porque quiere comer más, vino a decir Bono en relación a este asunto de la barahúrda vasca de guerras de Secesión en las que manda un general Grant Zumalacárregui con chapelón al bies y apuntando su espingarda a la boca del interlocultor, diplomacia de corral, concordansia viscaína. Comer solo es zamparlo todo. Lo hace por instinto el perro. Están en su ley, si así les dicta la panza. Están en su derecho si se quieren largar de casa, aunque el problema es que además quieren quedarse con ella después de lo que ha costado hacerla próspera y confortable, alicatada y lucida (la habitabilidad es otra cosa, pero de ello responde el de la espingarda y el que cubre su rostro con verdugo y rayos en los ojos). También la Conferencia Episcopal ha venido a decir que plantear secesionismos en una sociedad nacional consolidada y democrática es algo inmoral. Pues que empiecen por casa los señores obispos, porque sus prelados vascos llevan años exigiendo la segregación del foro episcopal español para poder tener su propia conferencia, que buey suelto bien se lame. Los obispos confederados del general Grant no se andan con chiquitas. Rezan aparte; y también aparte quieren comer sus hostias y sus corderos pascuales, algo que escandaliza al cristiano de acera y banco corrido que jamás alcanzará a comprender que la universalidad de la Iglesia y del mensaje evangélico tenga esta reducción, santuario propio, esta hijuela que reclaman. Hablan de iglesia vasca como cosa distinta. Nadie se extrañe de que acaben diciendo algún día, convirtiendo en verdad el chiste, que Jesuscristo era ciertamente vasco, pues es «Dios y hombre a-la-vés».