Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Los divertimentos de Eloy Vázquez

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VICTORIANO CRÉMER
León

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EN EL Club de Prensa del Diario de León, expone la parte más lúdica de su obra, un pintor absolutamente serio, casi diría que conmovedor y conmovido, pro la severidad de su gestuación pictórica y personal. Eloy Vázquez Cuevas, del que sin duda, los leoneses habrán oído hablar, porque desde hace muchos años y mediante los más diversos modos de expresión ha venido llamando la mejor atención de aquellos adictos al Arte. En estko del Arte, ahora que lo menciono, debiera tenerse mucha más prudencia, justicia y fortaleza a la hora de proponer, de calificar y de imponer, porque siendo la Pintura ­-y la escultura, que de eso parece que va la muestra- un quehacer exigente, no cabe esperar ni demostraciones precoces ni elucubraciones al aire de los vuelos de la mosca, digo de la moda. Al cabo de esos tantos años de demostraciones de sabiduría, de tensión vocacional y de encuentros milagrosos, Eloy ha roto sus clausuras y se ha decidido por una proyección de lo que acaso cabría entender como sus influencias estratégicas. Que un artista que ha trabajado tanto, que ha dejado en el camino sangre sudor y entendimiento intente recobrar fuerzas e ilusiones mediante un ejercicio de formulaciones esculturales, parece natural y hasta necesario. Los divertimentos son en la obra general de este leonés entero, como el ejercicio del atleta después de cubierta una etapa singular. En homenaje a Morandi replica mediante composiciones sorprendentes, trabajadas a corazón, proponiendo bodegones cuya virtud principal es, a nuestro parecer el misterio que de ellos emana. No se trata de trabajos de reproducción al relieve, en madera, ni de ejercer de descubridor de novísimos, sino, nada más ni nada menos, que de poner de manifiesto la capacidad que para reproducir o mejor rehacer el motivo objeto de su curiosidad, le ha llevado a labrar con valiosa sencillez una visión certera de una realidad. Y como el pintor es, por añadidura hombre de expectativas artísticas múltiples, para el gran silencio de las composiciones quietas, silenciosas y enigmáticas ha convocado a sus violines, sus apasionantes corales, a cuyo cargo corre el hilo musical de toda obra de arte que se estime. Eloy Vázquez Cuevas, al contrario de lo que le acontecía al malagueño Picasso, encuentra lo que busca, quiere decirse que no es en ningún caso un artista por accidente o por un soplo de los dioses. Es muy difícil admitir que el propio Picasso, tal como proclamara no buscara, por dársele los encuentros por un azar milagroso. El artista leonés busca y encuentra y en la búsqueda ha dejado estelas profundas de sabiduría. A esta salida cervantina de Eloy le ha faltado, según nuestro entender, hacerse acompañar por su obra pictórica, con lo cual se hubiera completado el perfil de uno de los artistas más dignos de estimación del copioso y rico catálogo de la pintura leonesa. Epílogo: Cuando nuestros poderosos gobernantes alcance a entrever siquiera entre sus nieblas administrativas, la fundamentación del Arte para la formulación de la identidad humana e histórica de un pueblo, acaso lleguemos a disponer de mecanismos que nos faciliten el encuentro con pintores del rango de este leonés humilde y errante que es Eloy Vázquez Cuevas.

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