Se nos llena la tienda de agua

¡Y MIRE USTED, señora, que lo advertí con tiempo y forma!. Y es que donde menos se espera salta la liebre. ¿Quién había de decirnos, con lo mal que lo hemos pasado y lo oscuro de nuestro porvenir, que precisamente lo que iba a ponernos en situación de alarma máxima, sería la tierra nuestra de cada día, y la Cultura de la Cultural?... De la tierra sabíamos que además de servir para plantar berzas y para cubrir nuestros huesos en su peripecia definitiva, valía o la hacíamos valer, para venderla por parcelas: Que es, a lo que se desprende de lo que acontece en la rúa, alrededor del Ilustre Ayuntamiento que Dios guarde, lo que está haciendo el ilustre con la compañía apasionada de la Excelentísima Casa de los Gañanes, que dicen en el pueblo. Gastamos más que lo que conseguimos con nuestras tasas y fidecomisos y por tanto no nos queda otro remedio, para intentar niveles los presupuestos, que vender parte del patrimonio general. Esto, contemplado así, muy elementalmente, puede parecer un hurto, por no utilizar conceptos penales de mayor rigor, pero si se tiene en cuenta que todos los ayuntamientos, todas las diputaciones, todas las cajas de ahorros y es posible que todos los cabildos recurren a mercadear lo que tienen y lo que no tienen, y el que nuestro querido Ayuntamiento de nueva planta se sienta obligado a vender territorio (La Lastra sobre el tablero) nos parece hasta natural. Exactamente lo mismo que nos parecería de necesidad que el Ayuntamiento, la Diputación, la Junta o la Cofradía de las Siete Palabras se hicieran cargo del gasto que fuera necesario para mantener entre las muestras de cultura superiores, los conciertos del movimiento de música pop o med o lo que fuere, que tan apasionadas protestas ha levantado entre la juventud, aunque para ello fuera necesario poner a la venta la parcela que resultara de despejar la plaza de la Catedral. O ya, en última instancia o en primera instancia, que tanto monta, acudir urgentemente a la financiación de la trampa o deuda de la Cultura y Deportiva Leonesa, a cuya asistencia se han comprometido, no un partido sino tres, comprometiéndose el trío a hacer efectivo los dos o tres millones de euros (que en verdad no son nada si se tiene en cuenta el prestigio que proporciona a la ciudad el mantenimiento en pie de un grupo de pelotón en segunda división). Si para atender a estos imprescindibles atendimientos la Diputación, el Ayuntamiento, la Junta de la Semana Santa o la Sociedad de Vecinos del Barrio de Catamilanos, se ven obligados a vender territorio, pues se vende, que al fin y al cabo la tierra nos fue dada gratuitamente y un concierto de música «Pop» o «Mod», no se nos da todos los días. No vea usted, señora, en estas palabras el menor atisbo de coña maragata. Nos limitamos a la anotación veraz de los eventos consuetudinarios que acontecen en la vía Apia de León. ¿Qué, por ejemplo, la Excelentísima ande buscando el procedimiento de quitarse de encima el compromiso siquiátrico porque efectivamente no es de su incumbencia o responsabilidad? Pues se lo quita. ¿Qué los ancianitos, les guarde Dios, no tiene una Residencia en la que acoger beneméritamente a los que no caben en los escasos centros de acogida de que disponemos? ¡Pues qué le vamos a hacer!... Lo que importa es lo que importa.