Mala sombra
VIENDO BELLOTAS de encina o roble, las atropo al bolso y, en después, las voy enterrando en dispersión aquí y allá donde supongo que el barbecho o el abandono permitirán germinar y, quién sabe, alumbrar un futuro árbol de fuste y respeto. Tenía César Roa echadas unas cuentas al respecto en sus cábalas de reforestación y aseguraba que si cada escolar leonés hiciera esto mismo todos los años, en un tiempo corto veríamos tapizada nuestra desolación y paramera vida con los bosques que hemos ido arrasando en tiempo atrás. Si esperamos a los ingenieros y a los planes forestales, vamos de culo y al aserradero. Es lo que ha ocurrido con la constitución europea que olvida la política forestal y dejará a esta tierra sin amparo público, bramaba ayer una información de este periódico. Nada de nada. Se ignora. No existe, aunque más de la mitad del suelo de esta provincia es decididamente forestal, como tal consignado en catastros y estadísticas, promesa perdida que sirve como mucho para engordar incendios. Matando ganadería, arrojando al baldío cultivos y, ahora, esquinando su obligación forestal, pretenden además fijar población para que la muerte irreversible de nuestro campo no sea tan vergonzante. Como no pongamos a nuestros lugareños a manufacturar mocasines como en las reservas americanas de sioux y navajos o a hacer madreñinas artesanas para adorno de automóviles, aquí no va a quedar nadie, empobrecido el campo, desplazados sus pobladores, desvalorizado de cultivo y bosque que bancos y cazasubvenciones acabarán comprando en único paquete por dos perras. Cierto es que, desde que llegó el gas y aquí ya no cruzamos el invierno talando suertes de leña del monte, el robledal tozo y el encinar carrasco expandieron dominio, se tupe el monte, se enmaraña y ya no lo siegan de a hecho, pero es monte de nulo rendimiento; ni carpinteramente tiene especial rentabilidad (sólo el seis por ciento de nuestros robles es maderable) ni tampoco lo cuidan como pulmón verde, espacio de reconquista botánica. Aquella pifia que buenas morteradas de millones nos costó -»León con Futuro» se llamaba- prometió un plan de reforestación que nos redimiría del todo. Vaya estafa. ¿Nadie les da un guantazo para avivarles la memoria? Mala sombra nos dio su nada.