Lentes de colores

La detección temprana (antes de los 7 años) es fundamental para subsanar el problema. Como la dislexia no tiene curación, sólo se puede corregir mediante un tratamiento psicopedagógico, cuya duración puede alcanzar hasta dos años con un porcentaje de éxito elevado. La terapia se basa en una reeducación personalizada del lenguaje haciéndolo agradable y útil para el niño, aunque deja una huella neural que durará toda la vida. El método Orton-Gillingham, que utiliza la instrucción multisensorial enseñando a reconocer palabras, frases, sílabas y sonidos, permite obtener excelentes resultados a los pocos meses y en la mayoría de los casos. Recientemente, se ha abierto una vía de esperanza basada en el descubrimiento de que los nervios ópticos de los disléxicos son un 27% más pequeños que los no disléxicos y reaccionan de forma distinta ante el estímulo de la luz enviando un mensaje distorsionado, que se interpreta de forma errónea. Para corregir esta deficiencia, el Ministerio de Sanidad ha autorizado la puesta en el mercado de unas gafas con lentes de colores, llamadas Chromagen (ya las usan más de 500 personas en España), que permiten nivelar la luz entrante en el ojo estimulando correctamente los nervios ópticos y corrigiendo los problemas que los disléxicos no controlan (tiempo, espacio, dimensión, perspectiva o secuencia). Los resultados se aprecian a las pocas semanas ya que al restablecerse la visión tridimensional y distorsionada, se corrige su torpeza característica y se facilita la lectura.