Una novela con alas y raíces

El búcaro de azucenas es un título culto, fascinante y prometedor para una novela profundamente leonesa en paisajes, nombres, arte y espíritu. Su autor, el periodista de Villamejil Tomás Álvarez, director de reportajes de la Agencia Efe, la presentó ayer en el Club de Prensa del Diario de León acompañado por el filósofo y escritor -también cepedano- Rogelio Blanco, y el profesor y director de El Filandón Alfonso García. El primero en intervenir fue Alfonso García, quien bosquejó la trayectoria literaria de Álvarez mencionando títulos que pertenecen sobre todo al ámbito del ensayo y la divulgación, como La Cepeda. Tierra de los Amacos , La cocina campesina leonesa , la compilación El cuento es la noticia o el ya clásico El Camino de Santiago para paganos y escépticos , libro que anticipa uno de los iconos literarios y sentimentales más fuertes de Álvarez, la Ruta Jacobea. A continuacion, Rogelio Blanco, representante, además, de Tabla Rasa, la editorial que publica la novela, trazó un diagnóstico preciso de El búcaro de azucenas , fijándose con especial atención en los «personajes frescos que piden ser avivados por el autor y reconocidos por el lector» y en un argumento ágil y de «ritmo vertiginoso», propio de la escritura periodística, que «anhela descubrir lo específicamente humano». «Como la Catedral de León -prosiguió-, la novela es transparente pero apoyada en un cúmulo de naves, columnas y nervios», «es como una vidriera, una tesela sola no se entiende sin el conjunto». Y ese conjunto lo forman los personajes: el canónigo, el periodista (del Diario de León, además), el acaudalado argentino, un cadáver por medio y una colorista y variada romería de peregrinos que buscan en la Ruta tiempo para pensar, sentir y amar. Fue el propio autor quien cerró el acto hablando de la que es su primera novela, aunque en el cajón tiene algunas más «que irán saliendo a su debido tiempo», precisó. En el caso concreto de El búcaro de azucenas , Álvarez destacó lo «profundamente leonesa» que es esta novela, ya que uno de sus principales protagonistas, el Camino de Santiago, forma el travesaño horizontal de la cruz que es nuestra tierra, cruz cuyo madero vertical es la Ruta de la Plata. Tierra, arte y amor se entrecruzan en un territorio muy literario para el que Álvarez pidió la autonomía política, una tierra a la que calificó de «herida de incomprensión y abandono», «suprimida su identidad histórica» y unida contra su voluntad a otra región. En ese sentido, el libro también es, como dijo Álvarez, «una pintada más».