Diario de León

EL PULSO Y LA CRUZ

Marco indebido de perdices

Publicado por
ANTONIO TROBAJO
León

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EN LA PRENSA se ha vuelto a las andadas con el asunto de los crucifijos en las escuelas públicas. Habrá sido la onda expansiva de la escandalera montada en Italia, por mor de las exigencias de un musulmán exaltado. O habrá sido por razones de ciclo lunar o porque es bueno, de vez en cuando, sacudir el árbol, pro si la fruta va estando madura y acaba por venirse al suelo. Sea lo que quiera, lo cierto es que ha habido embestidas y defensas en estos inmediatos días precedentes. Y a uno le da pena de que un símbolo que recuerda la tolerancia sin iracundia y el amor universal y el perdón sin límites y la donación radical en pura gratuidad tenga que ser controvertido en cuanto a su presencia -no sé si presidencia- en algunos lugares de nuestra geografía, en la cual no hay persona que no desentrañe el significado de la efigie. No puede ser el crucifijo -ni nadie debe pretender que sea- una señal de dominio exclusivo o de imposición cavernícola o de homenaje a la rutina o de nostalgias indebidas. Un crucifijo en las aulas de una escuela pública, como en otros lugares no confesionales, debe ser nada más -y nada menos- que el recordatorio de que los orígenes de nuestra cultura cuentan, de modo determinante, con un componente que, además de religioso, tiene extensas ramificaciones hacia el sentido de la vida y de la muerte, el concepto de persona, la comprensión del trato mutuo entre pueblos e individuos, las relaciones con la naturaleza y las utopías últimas de la condición humana. Que los cristianos pretendamos llevar más allá la presencia del crucifijo, será caer en fundamentalismos y, además, estará fuera de lugar en un régimen político que la mayoría inmensa de los españoles ha adoptado como «aconfesional» (que no laico). Que algunos no cristianos hagan del arrumbamiento de los crucifijos santo y seña de su ideario y de su malhumor es, como mínimo, lamentable. Es lamentable en ellos, porque con sus posturas dogmáticas muestran la incapacidad que les embarga de ver lo bueno y plausible que puede haber en otras creencias e ideologías, y de saltar generosa y constructivamente por encima de algunas monstruosidades anecdóticas que, no la cruz ni el crucificado, sino algunos, indebidamente, en su nombre han perpetrado en la larga historia de la humanidad. Pero también lamentable pro nosotros, los cristianos, porque estas reacciones furibundas contra todo lo que huela a religión pueden tener su origen -también- en nuestra deficiente manera de vivir a la sombra y en nombre de la cruz de Jesucristo; nuestras miserias no provocan, por desgracia, la admiración hacia alguien que puede ser rotundamente propuesto como modelo de reconciliación universal, sino todo lo contrario. De cualquier modo no deja de ser lastimoso que, cuando muchos, tirios y troyanos, andamos con la mirada tendida hacia un mismo horizonte de humanización y civilidad, unos y otros tiremos de tolete fustigador. Como mínimo será un pecado -o un error, para quienes ése les atufe a sacristía- de desorientación de energías. Asumir el pasado y los símbolos que expresan lo mejor de nosotros mismos, es hasta un acto de justicia. No digamos ya de bonhomía y de lucidez. No encaja mal hacer estas consideraciones en la víspera del último domingo del Año Litúrgico, en que celebramos la solemnidad del Crucificado como Señor del Universo; para que no se nos acuse de silencio sobre lo esencial. Y no sobra, con ocasión de que mañana es el Día de los Sin Techo, apuntar con el dedo a cosas más importantes y urgentes. ¿Por qué algunos no pondrán el mismo énfasis en querer quitar de nuestras calles públicas a los crucifijos vivientes que son los desposeídos? Indudablemente es más fácil retirar un trozo de palo de una pared que acoger como el bien más preciado a quien no tiene ni pared ni techo. Ahora se entiende la referencia a la desorientación de energías. Es sólo un ejemplo más del mareo indebido de perdices. Unos apuntes más. El Obispo de León ha empezado sus visitas pastorales por el arciprestazgo de Ntra. Sra. de Regla, ubicado en el noroeste de la ciudad y su alfoz. Que sea para bien. El día 8 se reunió el Consejo Diocesano de Pastoral en Astorga, que conoció el programa pastoral para el curso. Que sea un impulso al objetivo de trabajar más y juntos.

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