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NOS ENCONTRAMOS después de algún tiempo y echamos media mañana en celebrar el encuentro con repasos a la vida y conjugaciones de nuestra realidad leonesa que, en tantos casos, compartimos. Es hombre de impulsos que contagia ganas de trabajar y optimismo en la brega. Por no pocas razones, Lucinio Mencía me toca de cerca y en la entraña de los sentimientos; y sin duda, el retrato que le hago es tributario de esta admiración y del cariño que familiarmente le profeso. Aun así, permítaseme el esbozo, precisamente ahora que su candidatura parece esfumarse en el próximo nombramiento del nuevo director de Caja España (cargo para el que ya fue recomendado en 1996), de manera que no ha de entenderse mi devoción como campaña solapada que se añada a la ya complicada y políticamente confusa ceremonia de provisión de este cargo. Pero es momento. Y es de justicia. He conocido a pocas personas con su clarividente vehemencia en la estimulación empresarial y en la gestión financiera. Su curriculum es apabullante. Desde sus dos ingenierías amplió conocimientos bancarios con un rosario de cursos, especializaciones, diplomaturas y docencias. Conoce el asunto y, lo más importante, lo ha venido demostrando con resultados en su poliédrica vida profesional. Pero, aun siendo importante y capital su trayectoria bancaria o empresarial, quiero detenerme en aquellos rasgos del dibujo que hablan de la persona, de su talla humana. Y he aquí que me encuentro ante un paisano, un leonés de querencia y militancia en la esperanza de los suyos, alguien que, partiendo de un origen humilde, de una casa de jornal contado (su padre era barrendero y su madre desolló uñas para pagarle estudios; qué gran universidad es una vida así), una casa donde lo justo se casa con lo escaso y donde se aprende el valor de las cosas y los trabajos, se adiestró en el esfuerzo, en el ingenio y en el saber para comerse el mundo por los zancajos, algo que bien demuestra haber logrado sin que le gobierne la codicia o la inmodestia. Pero su gran activo es saber contagiar ilusión y trabajo, una regeneración de las cosas, algo en lo que León parece deficitario. Tiene claras muchas cosas. Debería contarse con él cuando hay que soñar bien despiertos. León debería tenerle en cuenta. Es capital nuestro.