CRÉMER CONTRA CRÉMER
La macilenta iluminación municipal
LA SOCIEDAD encargada de suministrarnos luz pública oficial, suficiente para no darnos contra las esquinas así que el sol abandona su trabajo amenaza seriamente al ilustre si que también tramposo municipio de la Capital del Viejo Reino, con la fundación de las Cortes como título añadido. Y los tercos, silenciosos y paganos ciudadanos de la bella Ciudad de Don Guzmán el bueno, se sientan tan alarmados que han recurrido a la dicha Sociedad en súplica para que por sus muertos no nos condenen a los leoneses, que no tenemos culpa de ninguna de las equivocaciones en las que puedan haber incurrido los Ayuntamientos, a vivir a dos velas. «Iberdrola», que tal es el nombre de la Sociedad que pende sobre nuestras cabezas con su flamígera espada, informa que el tal y cual Ayuntamiento le debe cerca de dos millones de euros y que resulta poco convincente atender a cuestiones de generosidad cuando el tal Municipio dispone de cerca de tres millones para atenciones pelotoneras. Y es lo que al parecer se han dicho los señores del Consejo de Administración de la susodicha Asociación «Iberdrola»: Coña, señor Ayuntamiento. Bien está, si es que a ustedes les parece bien, que nos adeuden ustedes millones porque los impuestos no dan para más, pero que nos conceden a los ciudadanos a vivir a dos velas por no disponer de dineros y se saquen de los presupuestos tres millones cuando menos para juegos danzas y contradanzas, nos parece un choteo. Y como todo el mundo sabe, ninguna de las Sociedades, sean anónimas, limitadas o supernumerarias, soporta que ningún organismo, así sea un Ayuntamiento de derechas o de centro, se burle, se chotee o se quede con los dineros destinados a pagar subvenciones parciales. Y el ciudadano, el paisano de infantería, el contribuyente con la boca cerrada, teme que si «Iberdrola» lleva a cabo su amenaza León no conseguirá ya «nunca mais» disponer de una iluminación que se sobreponga a esta especie de luz macilenta de agónicos resplandores que León padece desde su más tierna infancia, sin que ninguno de los distintos municipios que en la Historia hubo, consiguiera que se le proporcionaran a la Ciudad los vatios, o amperes, o lo que fuere necesario para que León resplandeciera como una joya. Toda la iluminación leonesa está contenida en la Catedral. Todo lo demás es sobra, tenebrosidad y desvarío. Y dicen los que lo dicen y a que no firma un contrato para obtener mayor intensidad lumínica porque no hay dinero para pagar tal desmesura. ¡Triste destino del nuestro, compañero del alma, compañero! Estamos, a lo que no se ve, condenados a morir con las botas puestas y a oscuras, por culpa de una administración derrochona y sin embargo pobre de solemnidad a la hora de atender las necesidades elementales de la población. Como el maestro Gonthe, en su hora postrera nos queda el clamor supremo: «¡Luz, más luz!»