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NOS DESTETARON a base de ardor patrio mamado en las aulas de párvulos y a los cinco años ya nos alineaban en filas -a cuadrarse, ar- para cantar cada día el himno nacional antes de entrar en clase izando una bandera que con la misma ceremonia y a berridos arriábamos al acabar la jornada en el patio «de armas» de aquellas escuelas nacionales. Durante el curso se celebraba con boato y redacción el Día de la Raza, del Estudiante Caído, del Caudilo o, con alarde de verbo y orgullo, el Día de la Independencia, dos de mayo, sublevación española contra los franceses, gesta heroica de un pueblo levantado en hoces y garrotas contra los ejércitos napoleónicos que venían pertrechados hasta el abuso y más chulos que uno de Oklahoma con sus casacas y correajes encharolados (en realidad a Napoleón le echó de España el ejército británico de Wellington, aunque nos imbuyeron que el mérito fue del alcalde de Móstoles llamando a la sublevación con un bando, alzándose contra la invasión y el sometimiento). Para no pocos españoles la presencia francesa abría las puertas a la ilustración, a las ideas y a la modernización de un país aún dibujado en feudalismos. Nuestra independcia acabó gritando «vivan las cadenas» y entronizando de nuevo a Fernando VII con sus Cien Mil Hijos de San Luis, que de san Luis lo serían, pero de una puta también. Mi profesor de literatura alardeaba de la aportación de la lengua española al acervo universal con la intraducible palabra «guerrilla» acuñada durante la francesada. Guerrilla es guerra de pobres e hija de la rabia traducida en sabotajes y quebranto de normas bélicas o convenciones. Viriato era el paradigma de la heroicidad y Sagunto o Numancia los mitos de gloriosa resistencia. Delirábamos y destilábamos patriotismo leyendo los Episodios Nacionales de Galdós y sus panegíricos del navajazo trapero y del francés tirado al pozo por la Aldonza de turno que también envenenaba al sargento de la guarnición... La inmensa mayoría de iraquíes están contra la ocupación de tropa extranjera y echan vivas a sus cadenas, mientras el Galdós iraquí del momento redacta ya sus Episodios para las escuelas del mañana echando literatura a los sabotajes y morterazos diarios, al escarnio de carne invasora quemada y pisoteada. Les arde la patria y lo patriota.