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CRÉMER CONTRA CRÉMER

¿Navidad para todos?

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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PUES según y cómo. Porque hay navidades para ricos y navidades a secas, sin zambombas, sin regalos, sin aguinaldos. O sea una de esas Navidades en las cuales el cristianismo de a pie tiene que ponerlo todo. Y yo no digo, Dios me libre, que la una o la otra sean ilegítimas y difícilmente ejemplares, sino que cuando se proyecta sobre la pantalla de la actualidad la imagen de una Navidad solidaria, con los pastores acudiendo con sus regalos allí donde les dicen que está naciendo el Rey de los Judíos o con aquellos ostentosos Reyes del Oriente con sus fastuosas escoltas y su carga enorme de obsequios destinados a aquel anunciado por los profetas, algo distinto sucede. Todo es bello en este día de conmemoración, de atributos sociales elevados y de caridades bien entendidas. Navidad para todos, se proclama. Y todos, efectivamente, estamos dispuestos a cumplir el mandato supremo de paz entre los hombres de buena voluntad. Aunque ¿a qué paz podemos referirnos en las plegarias de obligado cumplimiento cuando el mundo anda enredado hasta los bordes en guerras increíblemente indecentes, en las cuales mueren miles o millones de seres humanos para los cuales la apelación de la Navidad para mover el corazón de los hombres de buena voluntad es un mandato divino. ¿Pero, se pregunta el único hombre de buena voluntad que debe quedar en tierra, quien quebrante el mandamiento? Llegado que es este tiempo santo de la Navidad, las ciudades se iluminan y desde todas las esquinas se escuchan el alentador cántico de los villanos, anunciando que al fin se anuncia la llegada de la paz y del entendimiento entre los hombres. Los villancicos, en su elementalidad, son una forma de plegarias por las que se demanda el milagro como solución. En los supremos estamentos del mundo se dictan las letras y se componen las músicas que hablan de peces que beben en el río y de resplandecientes pajas de un establo que relucen como soles diminutos. Todo debiera ser bello en este tiempo, todo debiera servir para inspirar a los feroces hombres de la guerra ideas de serenidad y de entendimiento entre los demás seres esparcidos y asustados. Andamos en guerra por casi todo el mundo. Y hasta los que no quieren la guerra se ven obligados, mediante subterfugios indecentes a servir a la guerra, a ser instrumentos de destrucción y odio. Esta es la verdadera Navidad impuesta a los hombres y siquiera como demostración de la protesta de los supervivientes, debieran de revisarse las líneas programáticas seguidas por los Organismos para celebrar el acontecimiento. ¿Qué es lo que se festeja con esas guirnaldas de colores tendidas bajo el cielo impasible a las calles? ¿Qué espíritu puede ser el que anime las cabalgatas cuando en esos tristes momentos en una parte importante del mundo los hombres se matan? ¿Quién impone la ley exterminadora de la guerra? ¿Cómo se puede compaginar la paz celestial con la paz de los sepulcros? ¡Navidad para todos! Sí, pero ¿cómo? Villancico: Ante el portal de Belén los pastores se han dormido de tanto esperar en vano al mejor de los nacidos. Dos mil años esperando son muchos años vencidos, colgada el alma del aire que anuncia al Dios prometido. ¿En qué cielos, en qué mares, en qué senda te has perdido? ¡Esperando año tras año el mundo muere de frío!