CORNADA DE LOBO
Pastel y circo
POMPA Y PANDERO mandaron en el día de la Inmaculada Constitución, actos mil, picudas sesiones, paripés corporativos, celebraciones en papel de barba y ceremonios de mil demonios sentaditos en su aula y escuchando lo que no comprenden. No hubo centro escolar donde no se armara la Pepa en colorines. Nenes, al salón. Supongo que esos guajes asistieron a la torra con la misma disposición de ánimo y comprensión con la que acudíamos nosotros a las homilías profesorales del Día de la Victoria o del Caudillo que conseguían hacernos odioso e ininteligible el mundo de los mayores. Publicó este periódico el sábado una foto del colegio de San Claudio donde se representó un simulacro de referendum. Vuelvan a mirarla si la tienen a mano y observen la atenta pasión de la chavalería en sus butacas: uno le arrea a otro un gancho de izquierda, aquel se escangalla derrotado, la otra duerme, los de atrás reburdian, otros chismorrean o miran a los lados, incordian a los de atrás y allí nadie parece ajustado a compostura y respeto. Son críos. Vale. Entonces, ¿por qué atorrarles?... A estas ceremonias escolares suelen invitar a paisanos de pro, políticos de estos secanos y gentes ceremoniosas que pueden hacer aún más antipedagógicas estas celebraciones. Hubo sin embargo un político (Silván es portavoz de la Junta y sabe por ello rebozar la información) que recurrió a fórmula imaginativa explicando a trescientos escolares la Constitución con símiles de fútbol, que eso sí que es constituyente de la fe y los sueños de los chavales, la ley del triunfo y del dinero en la que mecen sus obsesiones. Aún así, desconozco si consiguió cautivar a la revuelta audiencia. Lo sospechoso del caso es el subterfugio futbolero, o sea, el circo, el pan del populacho, los pretores en la tribuna con colgajos, el perifollo que esconde la esencia... Pan y circo. Pastelito y Carta Magna. Manda pasteles. Esto lo hizo el ayuntamiento de León armándose en populismo barato y ofendiendo al estilo: regalar un pastel de natorra y chocolate junto a un folleto con el texto constitucional. No sé cómo pueden casarse ambos elementos, pero seguro que uno de ellos acaba enguarrado. El pueblo hizo cola como en hilera de racionamiento, como muertos de hambre (cosa que explota el político al salto). Sentí alguna vergüenza.