Bondad de lobo
LOBOS Y CULEBRAS están inscritos en la memoria colectiva del hombre como cuerpos con los que se viste el demonio. Dan repelús y pavor. Se les odia y aborrece, se les mata y se les destripa. Francia declaró extinguida la especie en los años cuarenta. Salvo en Yugoslavia o España, el lobo sufrió matarile irreversible. Aquí también se lo han dado en veinte siglos, pero el bicho saca listura de adversidad y resistió a lazos, trampas, chorcos, estricninas y escopetazos. Ahí le tienes... dando guerra justa. Hicieron lo mismo en el parque nacional de Yellowstone donde el oso Yogui se amariconó comiendo bazofia de turista. Ese fue el primer parque del mundo (después vendría el de Picos de Europa, aunque lo llamara de Covadonga Pedro Pidal) y el lobo quedó erradicado para «proteger» a otras especies de su presión predadora. Tardaron décadas los biólogos y gestores de parque en darse cuenta de su animalada, así que hace ocho años decidieron reintroducir el lobo gris en aquel fascinante santuario natural, de la misma forma que poco antes se percataron de que tenían que provocar incendios como hacían los indios o degeneraba el bosque. Trajeron ejemplares de Canadá y los soltaron a su albedrío. Hoy ya tienen resultados: la medida ha sido enormemente positiva para las colonias de cérvidos, mustélidos y aves de nidada a ras de suelo. La presencia de su predador natural y secular ha conseguido que todas estas especies aprieten el culo, discurran y ovulen con más ganas para perpetuar sus estirpes dormidas en la molicie. La cosa viene a plantear una gran contradicción. Frente a la piedad humana que pretendemos inyectar en el mundo animal con estúpidos criterios conservacionistas y bambis que recitan a Bécquer, se alza con su argumento vital la muerte, la injusticia despiadada del más fuerte, la ley del bosque. Biológicamente es estupendo, guión eterno del libro de la naturaleza. ¿Hubiéramos heredado nosotros la riqueza salvaje de nuestras montañas, la densidad biológica de Sajambre o Valdeón, si hubiéramos erradicado definitivamente al lobo con todo el empeño que pusimos en ello?... Hoy te ve uno del Seprona cortando unos piornos y te arrea un multón. Sin embargo, los expertos ya están sugiriendo que hay que volver a quemar algún escobedo y urzal. La vida y el monte lo piden.