Diario de León

Doce segundos que cambiaron la historia

Wilbur Wright contempla como su hermano Orville inicia el vuelo que los inscribió en la historia

Wilbur Wright contempla como su hermano Orville inicia el vuelo que los inscribió en la historia

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r.r | redacción
León

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La mañana era desapacible y la playa de Kitty Hawk (Carolina del Norte) un lugar inhóspito a merced de las fuertes rachas de viento y de un frío cortante. Era un día de perros, pero el elegido para cambiar la historia. En la arena yacía una avioneta de madera llamada Flyer , de 275 kilos de peso y 12,2 metros de envergadura, a la que se había incorporado un pequeño motor. Wilbur Wright (1867-1912) miraba a un lado y a otro mientras su hermano se subía al planeador. Aparentemente, el fuerte temporal no debía suponer ningún obstácu-lo para frenar la determinación de los Wright. Wilbur alzó los brazos y sujetaba el ala, mientras Orville encendía el motor. Eran las 10.35 horas del 17 de diciembre de 1903. Doce segundos y 36 metros después se había completado la hazaña y Orville Wright se había convertido en la primera persona que volaba en una aeronave mucho más pesada que el aire e impulsada por una máquina. El padre de los aviones actuales había aterrizado en las dunas de Kitty Hawk. Nada más terminar el primer vuelo, Wilbur, el mayor, tomó el relevo y así hasta completar cuatro viajes, dos cada hermano. El último tuvo una duración de 59 segundos, en los que se recorrieron 260 metros. Todo un hito histórico que apenas fue presenciado por cinco personas que en aquella jornada se habían acercado al desolado arenal de Carolina del Norte para presenciar la hazaña de los dos hermanos, que hasta entonces no eran más que dos simples mecánicos y fabricantes de un taller de bicicletas en propiedad de Dayton (Ohio) y que dedicaban sus ratos libres a la aeronáutica. Los Wright habían cumplido su meta a los 25 y 29 años, un sueño que se cimentó cuando ya de pequeños empezaban a observar el cielo y su imaginación empezaba a volar al ritmo de las cometas y de una especie de helicóptero, su juguete más preciado, que le había regalado su padre. «Observar las aves nos contagió la fiebre del vuelo», llegó a confesar Orville, el menor. Pero su pasatiempo se convirtió casi en una obsesión desde el momento en que conocieron a Samuel Pierpoint Langley, un astrónomo norteamericano que se había dado cuenta de que el planeador creado por el alemán Otto Lilienthal era insuficiente para el desarrollo de la aviación. Necesitaba un motor. Langley hizo tres tentavivas, entre 1897 y 1903, para instalar un motor de combustión a su aeronave. Pero fracasó en el intento. Sus trabajos, sin embargo, sirvieron de inspiración a los Wright, que incluso construyeron un rudimentario túnel del viento para probar antes de lanzarse a la arena de Kitty Hawk. El primer y rotundo éxito no los cegó, y los dos continuaron con su trabajo. Años después, el 9 de septiembre de 1908, Orville realizó por primera vez un vuelo durante una hora y consiguió transportar a un pasajero durante 6 minutos y 27 segundos. La industria aeronáutica también comenzó con los hermanos Wright.

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