La secularización que nos invade

UNO SE ECHA a temblar después de que alguien representativo (?) se atreve a poner cifras a eventos religiosos. Léanse Las Edades del Hombre , el Año Santo de Caravaca o el Año Compostelano... Estamos a la puerta de éste y ya hay quien se ha destapado echando números y barajando presencias espectaculares. Nuestra provincia, con más de doscientos kilómetros de camino, se prepara para recibir a los miles de peregrinos -y otras hierbas- que se avecinan. De momento este lunes se reunirán los alcaldes del Camino, de Roncesvalles a Santiago, en nuestra capital; el encuentro facilitará a la Corporación capitalina presentar su extenso programa turístico , que es lo suyo (curso de voluntarios hospitaleros y de acogida, mesas redondas con presencias de ilustres foráneos, conciertos, animación nocturna...). El remate lo pone el señor promotor de las actividades de este Año Jacobeo: este acontecimiento «puede ser una fuente de riqueza permanente para los castellanos y leoneses». Pues qué bien. En el fondo, no deja de ser un signo más de la secularización que nos invade. Vale que algún peregrino, ciudadano del mundo y sin sandalias, confiesa que anda en busca de la espiritualidad de su ser humano. Menos mal. Hay gestos singulares que redimen todo un año de sequía. Y seguimos con alusiones a riquezas, por supuesto dinerarias: pasó el día de la salud, con la frustración de una suerte esquiva, y nos enteramos de que cada leonesito-que-vienes-al-mundo-te-guarde-Dios hemos invertido (lo de «hemos» es la ironía de las medias estadísticas) la cantidad de más de sesenta y seis euros (once mil pesetas) en Lotería de Navidad. Es tentar a la diosa fortuna y es demostrar que a ella le rendimos vasallaje y honor. A ella y a lo que ella, en su omnipotencia ciega, nos puede conceder. No otra cosa es la que se puede esperar de una sociedad mayoritariamente entregada a los brazos de la opulencia y del placer. Aunque lo que nos endose la tal divinidad sea más abundante en frustraciones y deseos fallidos. Tal vez por estos caminos de desengaño se abra un resquicio para el rearme espiritual. Tal vez. Escarapela de mil colores para imponer en la solapa a los responsables de varias actividades que nacen del amor cristiano. Por ejemplo, a los encargados (la Parroquia, Cáritas comarcal y las religiosas Carmelitas del Sagrado Corazón) de la Residencia de Ancianos Virgen de Loreto, de Valencia de Don Juan: acaba de cumplir diez años desde su inauguración y atiende a setenta personas ancianas de la tierra del bajo Esla. Una excelente obra para una sobresaliente necesidad. Así son las cosas. Al menos eso indica un dato que se nos ofrece: el 35,4% de los nacidos en nuestra provincia (más de doscientas mil personas) viven fuera de ella, o sea, han tenido que emigrar por los motivos que sea. Su vacío no lo cubren ni con mucho los que han venido a quedarse con nosotros. Súmese a lo dicho que quienes emigran son, en su gran mayoría, gente en muy buena edad. ¿Sólo nos quedarán como recursos envejecer y conformarnos? De ninguna manera; también nos pertenecerá la atención a los que llegan: en León, en la calle Plegarias, funciona un rincón de acogida nocturna con un nombre significativo (Calor y café), y en Cacabelos, Toreno, Bembibre, Toral de los Vados y Torre del Bierzo se abren unas oficinas que colaborarán a la integración. Todos estos proyectos los mueve Cáritas, el brazo largo de la caridad de la Iglesia. La misma que ha traído a una comunidad religiosas Catequistas Misioneras desde Colombia hasta Barco de Valedoras, para atender pastoralmente a esta comarca de la diócesis astorgana. La misma que mueve la Operación Kilo que han llevado a cabo muchos Colegios. La misma que ha activado a algunas Cofradías Penitenciales para organizar su Bolsa de Caridad o sus Conciertos benéficos. La misma que ha animado a repetir el Rastrillo Solidario de Manos Unidas de La Bañeza. La misma también que se ha adueñado de los cristianos de la unidad pastoral de Villarrodrigo de las Regueras (Robledo de Torío, Villanueva del Árbol, Canaleja y Castrillino) que en estos días han puesto de marcha diversas actividades centradas de modo especial en los impedidos, en el marco del Año Europeo de los Minusválidos. ¿Qué sería de Europa sin la fe cristiana?