Una enorme ciudad en el mar

Planetario, jardín artificial, salas de talasoterapia, teatro... El Queen Mary II , que esta semana llegó al puerto británico de Southampton para su botadura después de realizar una escala en Vigo, es como una gran ciudad en el mar. Considerado el crucero de pasajeros más grande del mundo, todo en este trasatlántico, que pesa el doble que el paquebote que hasta ahora tenía el récord, es excesivo. Mide 345 metros de largo por 41 de ancho, pesa 150.000 toneladas, sus motores suman 154.000 caballos de potencia y la energía producida a bordo bastaria para alumbrar a una ciudad de 300.000 habitantes. Como 23 pisos El barco tiene una altura de 74 metros repartidos en quince puentes, de los cuales sobresalen 62 metros. Es decir, el equivalente a un edificio de 23 pisos y con una capacidad para 2.600 pasajeros y una tripulación de 1.250 personas. El trasatlántico tiene un teatro de 1.000 plazas, varios restaurantes, uno de ellos con capacidad para 1.340 personas, cinco piscinas y una sala de baile. Pero aún hay más. Este gigante de los mares dispone de 1.310 camarotes, 2.000 cuartos de baño, 80.000 puntos luminosos, 3.000 teléfonos, 256.032 metros cuadrados de moqueta y 19 cubiertas unidas por dos ascensores. Los amantes del deporte podrán ejercitarse en sus canchas de baloncesto y tenis, mientras que los afi cionados al cine podrán observar películas de realidad virtual. Pero el Queen Mary II no sólo es el barco más grande del mundo, sino también el más caro. Los viajeros que crucen el Atlántico en su primer viaje, de Southampton (Gran Bretaña) a Fort Lauderdale (Florida) deberán desembolsar 3.275 euros. Si eligen los cinco duplex disponibles como camarotes, cada uno de los cuales tiene una superficie de 5.000 metros cuadrados, el pasaje se dispara. Y más aún si viajan en la suite Balmoral.