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Cosas de aquí y de allá | 28 de diciembre

Inocente, pobrecito inocente

Hoy es una jornada para las bromas, los chascarrillos y las tomaduras de pelo; no se despiste y tenga mucho cuidado con hacer préstamos o creerse noticias inverosímiles

Publicado por
B. Fernández - león
León

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Para todos es bien conocida la fecha del 28 de diciembre. Es el día de los Santos Inocentes, es el día de las bromas, de las tomaduras de pelo, y de los distintos chascarrillos en los que se suscitan la carcajada o la sonrisa a causa de la inocencia, la ignorancia o el despiste de los que no han caído en la cuenta de la fecha que figura en el calendario y se convierten en víctimas más o menos desafortunadas de las gracias o el ingenio de los que esperan con ganas este día para reírse un poco de los demás. También es el día en el que los medios de comunicación de todo tipo nos sorprenden con noticias, con imágenes o con propuestas de lo más sorprendente que causan la extrañeza, la admiración, la indignación o la carcajada de los sufridos y despistados consumidores de los distintos medios. Desde el siglo V no hemos parado de tomarnos el pelo por estas fechas. Con permiso, claro, porque el 28 de diciembre es el único día del año en el que la víctima no puede cabrearse. Por mucho que se le lleve el coche la grúa, le hagan ir a ver al jefe urgentemente o le rocíen con gas fétido. A primera vista y desde la superficialidad, se aprecia claramente que el día de los Inocentes es una día de fiesta y de bromas en general, aunque si se ahonda un poco en el origen de ese día se descubre rápidamente cómo el motivo de la celebración actual no tienen nada que ver con lo que suscitó crear este día (la matanza de niños a manos de Herodes con el fin de evitar ser destronado por el Mesías). Desde la Edad Media, monaguillos y sacristanes recordaban con humor este luctuoso suceso y la tradición bromista ha seguido hasta la fecha. A pesar de referirse a un hecho sangriento sin saber a ciencia cierta su origen, el Día de los Inocentes se ha transformado en una tradición festiva. Todo el mundo aprovecha para hacerle una broma a otro, porque este día todo se vale... «Caiste por inocente» es la frase que más se escucha. Como medida precautoria, para no caer en las bromas de parientes y amigos, la gente debe recordar que no debe dar prestado nada: dinero, joyas, libros, o cualquier otro objeto, porque lo pueden hacer inocente. La broma consiste en que la persona que cae en el engaño al dar prestado algún objeto de su propiedad, éste no le es devuelto. Parte de la tradición consiste en que a la persona que fue engañado, al inocente, se le da una canastita con dulces con el siguiente recado: «Inocente palomita que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se debe prestar». En esta gran fiesta de la mentira, incluso los medios de comunicación abandonan la seriedad habitual y nos la intentan pegar con noticias y reportajes increíbles que revelan la credulidad de lectores, televidentes y radiooyentes. La imaginación es muy poderosa y estas bromas se ven superadas cada año con nuevas inocentadas. Son las clásicas inocentadas, esos pequeños engaños inofensivos que cada 28 de diciembre nos recuerdan, tras un año de creernos muy listos, que no somos más que un montón de ingenuos. Como dijo Mark Twain sobre el Día de los tontos (April Fools Day, variación anglosajona): «Este día nos recuerda lo que somos los otros 364 días del año».

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