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Los creadores del robot confían en recuperar pronto la conexión

El «Beagle 2» podría haber caído en el fondo de un cráter de Marte

El satélite enviado al planete rojo por la ESA sigue mudo después de cinco días de su amerizaje

Situación del cráter en el que los expertos creen que ha podido caer el «Beagle 2»

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Arantza Prádanos - madrid
León

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Cinco días después de su prevista llegada a Marte, el «Beagle 2» sigue mudo. Los creadores del pequeño robot de la Mars Express, la primera misión europea al planeta vecino, aventuraron que podría estar en el fondo de un cráter de la Isidis Planitia, la meseta ecuatorial donde la Agencia Espacial Europea (ESA) había fijado el punto de amartizaje. El creador del ingenio, el británico Colin Pillinger añadió este lunes una hipótesis nueva que pudiera explicar el silencio del módulo. En la accidentada llegada de cualquier vehículo a la superficie de Marte, con rebotes de varios pisos de altura tras un brutal impacto, el «Beagle 2» podría haber caído en un cráter de un kilómetro aproximado de diámetro y cientos de metros de profundidad, justo en el centro del área escogida para posarse. Los cráteres, hay varios de menor tamaño, se aprecian claramente en las fotografías transmitidas por el orbitador Mars Global Surveyor de la Nasa poco después del supuesto amartizaje del «Beagle 2», en la madrugada del día de Navidad. «Sería verdadera mala suerte», lamentó Pillinger. La zona del amartizaje, de 70 por 10 kilómetros, tiene, según los científicos de la ESA, dimensiones suficientes para haber esquivado estos agujeros con los que nadie contaba. En todo caso, no hay ninguna seguridad de que ése haya sido el destino del «Beagle 2». Es también posible que se desintegrara al entrar incandescente en la atmósfera de Marte; pudiera haberse pulverizado después al chocar contra el suelo rocoso del planeta por fallo de los air bags protectores. O que, aún entero, el golpe hubiese afectado a la antena y dispositivos de transmisión, con lo cual su supervivencia sería inútil. En caso de haber caído al fondo de una sima, la sombra que ésta proyectase dificultaría el despliegue de sus paneles solares, imprescindibles para recargar baterías y mantener operativas sus funciones de rastreo geológico, atmosférico, y de transmisión de datos. Por el motivo que sea, la ESA alberga pocas esperanzas de rescatar la señal del pequeño módulo de posado y sólo los más irreductibles, como el propio Pillinger, confían en que el «Beagle 2» llegue a saludar desde Marte. Los repetidos intentos realizados desde el mismo jueves pasado y durante todo el fin de semana han resultado infructuosos.