CORNADA DE LOBO
Tontolculo
CORRE POR EL PLANETA digital y por las teles de medio mundo una moda con crecientes adeptos. La gente se filma dándose galletazos, saltando desde la terraza de un hotel a la piscina para estamparse los huevos en la escalerilla, comiendo bichos y mierda, chupando el sobaco a un obeso desconocido y una retahíla interminable de burradas y porrazos oligofrénicos. La moda se llama «jackass», que se traduce del yanqui como tonto del culo, imbécil, mastuerzo... especies del género humano en imparable e inquietante expansión que cosechan incluso el aplauso de toda una humanidad aburrida que cada vez que se sienta ante la tele se pone como loca a cambiar de canal para acabar en la consabida frase, mierda de programación, siempre lo mismo, pese a lo cual, se estarán cuatro horas seguidas ante el televisor al igual que lo han hecho cada día de los últimos, diez, quince, veinte años, lo que les eches. Por eso celebran la astracanada, la extravagancia o la temeridad del que tiene cerebro de cerrojo... Una pandilla de amigotes se filma sus propias gamberradas, se tiran de cabeza a los charcos de granito que hay en San Marcos, estazan el buga del padre contra el quicio del garaje, se meten una anguila por el culo y la sacan por la nariz, cosas así que inundan y menudean el internés y el internós con chateo de coreanos suicidas y escoceses mamaos e inflados como fudres. Después ocurre siempre que alguno de estos cretinos acaba saltando al espectáculo de los dólares y le contratará Sardá para que haga el memo y la memez le convierta en estrella mediática alentando a su vez a esos miles de modorros que están dispuestos a ensayar otra imbecilidad aún mayor. El tontolculo ya es artista y su número crece y no deja de crecer. La masa les admira y les divierte. Acabarán pidiendo cupo en las listas electorales, al tiempo, pues si las mujeres lo consiguieron por constituir la mitad de la población, ellos son como mínimo otro tanto (y los tontolculo que miramos, aún más), así que no será nada extraño que al tontolculo encumbrado en la fama del espectáculo acabe algún partido metiéndole de gancho en su lista de candidatos, aunque todos sabemos que más de uno ya se adelantó a las vísperas y fue incluído como elegible o anda por ahí pavoneando el cargo. Es su siglo.