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CRÉMER CONTRA CRÉMER

18.000 niñas preñadas cada año en España

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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ESTO SÍ que es como para mear y no echar gota. Aquí pasa algo raro señor gobernador. No porque parezca extraño y aun asombroso el fenómeno que tantas muchachas, alguna todavía en flor, queden en cinta, porque entre otros menesteres de la feminidad está precisamente este sagrado de ser madre, si puede ser normalmente, si no mediante la intervención de agente científicos y sociológicos aptos para estos menesteres. La estadística que nos proporciona esta apasionante cifra de muchachas en estado de buena merced, no expone la cantidad de chicos que en León acaban con un bebé en le regazo, sin comerlo ni beberlo, según declaran, aunque, eso sí, sin desearlo: pero no es arriesgado suponer que el cupo de posibles parturientas será en León como en Huesca o como en San Sadurny de Noya. En el Universo Mundo en el cual estamos insertos, suceden cosas verdaderamente dignas de atención especial, como pudiera ser el gol que consiguió el señor Raúl, del Real Madrid en el último partido jugado ante multitudes entusiastas, o la caza del Irakí barbudo señor Sadam, cazado como a un gamusino, en un pozo de tierra y ofrecido como trofeo, en estas Pascuas de la Natividad del Señor, en el Día de gracias, que los Estados Unidos celebran con su proverbial generosidad y religiosidad. Son estos, acontecimientos que inevitablemente han de ser registrados en los libros de historia, como cuando los mismos Estados Unidos de todas las Américas cazaron a Noriega, el presidente de Panamá, o a Sandino, el caudillo de Nicaragua o al Ché Guevara abatido en Bolivia por desconocidos mercenarios. Estas son las cocas» que diría Fernando Pessoa, y por asistir el ceremonial de la luz del sol cada mañana merece la pena haber nacido. Pero nunca se pudo prever que las muchachas adorables del país en una especie de competición a ver quien se queda atrás, pudieran exhibir, nada menos que de una tacada, dieciocho mil menores embarazadas. La noticia, pese a la exigencia de la guerra preventiva del Irak, el gol de Raúl y la combinación política catalana, ha dado la vuelta al mundo sin marearse. Y al decir de algunos de los teólogos más moralizantes de la tierra habrá que poner coto a tantísimo desmán erótico. Porque suponen, con bastante fundamento estos sacerdotes de la pureza a todo evento, que si permitimos que las niñas, sea cual fuere su edad y las medidas de sus circunferencias siguen interesándose por los niños propios en lugar de acudir a China, donde les dan baratos, llegará un tiempo en el que no cabremos en el espacio de Alemania y Francia nos tienen destinado, y tendremos que volver a practicar el deporte de la emigración. ¿Sí, pero a dónde? Cuando Spengler analizaba las consecuencias del peligro amarillo, ni por un momento pudo suponer que en España el peligro lo teníamos dentro y que llegaría un momento en el cual al no poder contener, ni alimentar tantísimo bebé de «penalti», nos veremos obligados a regresar al medievo y colocar a nuestras niñas, el famoso cinturón de castidad, que por cierto tan poco efectos produjo. Porque desde aquellos tiempos de Harry Potter, las chicas no paran de parir... Necesitamos, pues, una España grande, como solicitaba el estadista ferrolano, porque es que si no sobraría gente, mucha gente...

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