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SE CHAFÓ EL MISTERIO. La estrella de los Magos que rasgó el cielo leonés no era estrella, sino pedazo de cascote cósmico que erró el tiro hacia Belén y cayó en esta palestina mesetaria en la que también hay portales muy cerrados y belenes demasiado abiertos. Quien quiso pensar que fue señal de los cielos para anunciar la Epifanía lo pensó y tuvo motivo, pues todo está de la mano del Señor y no hay signo o detalle que se le escape, aunque desconcierta que cristianos ortodoxos y maronitas -los más antiguos en la fe cristiana y primos de los apóstoles- celebren la Epifanía en otra fecha bien distinta riéndose de los de aquí por creer lo que no es y celebrar como lotería celestial esa pedrada de fuego que nos ha escupido el cielo. Hubo también quien, creyendo ciegamente y a lo bobo, pensó que ese fuego celestial que eligió esta península, profetizaba que el gordo del Niño caería en España y, efectivamente, así fue: ni un puto euro para Francia o Portugal. Reflexiones al margen: En la historia han caído miles de pedruscos criminales como este; muchos en el mar y en quién lo sabe; pero no pocos en tierra firme, yerma, labrada o poblada; sin embargo, de cierto no se sabe de nadie que haya muerto porque bajó volando un pedrusco y le voló el tarro. Llevamos suerte por ahora en esta ruleta rusa que rifa el polvo cósmico y la basura espacial. Que siga la racha. Segunda reflexión: La Guardia Civil movió el remo a la hora de buscar una aguja en un robledal. Lo que en principio pareció tomarse a broma o curiosidad se convirtió en orden taxativa girada a los cuarteles de la zona: ¡a buscar todos el morrillo!... Al ver tanto movimiento de patrullas y gorras, Antonino el de Guardo sentenció para aquella mesa en la que cuatro jubilatas trillaban fichas de dominó en garradina: ¡¿Tantos guardias para buscar un pedrusco en días con problemas de turnos, servicios y vacaciones?!... Raro, raro. Esto es que les han llamado desde Madrid, de muy arriba, porque a su vez les han llamado los americanos desde Washington y les han dicho que podría tratarse de un satélite espía suyo, en cuyo caso, alguno se cagaría por la pata abajo, los seguros palmarían, indemnizaciones millonarias, escándalo internacional... Lo que te digo: Esto es como la bomba de Palomares. Sólo falta Fraga en meyba.