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TEMA DE JUGUETES, bronca asegurada. Saca el tema hoy, justo cuando los críos ya han desechado o descuajeringado el setenta por ciento de sus regalos de Reyes; sácalo y verás; guirigay habemus, porque habrá quien defienda que los guajes han de tener los trenes, títeres y trastos que ellos no tuvieron y habrá quien sostenga que el juguete ha de tener función pedagógica; habrá quien aplique criterio sesudo y perorata y quien diga todo vale. Pero en algo estarán todos de acuerdo, aunque sea de boquita, y es que «juguetes bélicos no». Es la moda y lo correcto. Claro, que lo bélico es matiz muy relativo, pues entiendo yo que bélico también es el Monopoly de pacífica apariencia donde todo se reduce a crueles batallas urbanísticas y guerras despiadadas de constructores por acumular pisos, hoteles y calles enteras de una ciudad de cohechos. Incluso el parchís está bajo sospecha, pues todo se reduce a comer al otro, con lo que al tono bélico se le añade algo de antropofagia. Pistolas no, insisten , pero les regalan a sus hijos un puño sideral del que sale un vómito a chorro que simula ser láser aniquilador que siembra devastación y vuelve loco al abuelo. Pistolas no; y regalan al chaval un videojuego que llena de tripas y espadazos todo el cuarto. Si ves que la discusión flojea o aburre, no se te ocurra sacar el tema del juguete sexista, o sea, muñequita para la nena, camiseta de Ronaldo para el modorrín. No lo saques; es política, es dinamita. Si quieres avivar la charla, sólo tienes que decir «¿bici o pistola?». Bici, por supuesto, te diran todos. Y entonces alegas tú que no, que una pistola. Te lloverá un abucheo instantáneo. Supéralo y explícate: con una bici el crío se me puede matar o abollar, pero todo lo que le puede ocurrir con una pistola es que se parezca a ese guarda jurado y gorilero que habéis contratado en la urbanización con un pistolón que da miedo, pues así se lo exigísteis a la empresa de seguridad. Las bicis son para el verano, no para este tiempo de tráfico asesino; así que toma una pistola, rapaz, y deja de dar guerra. Con esto no conseguirás aclarar la discusión, pero sí lograrás poner a todos de acuerdo... en contra tuya. Y una vez que te hayas reído, diles la verdad, que tu norma es regalar cuatro juguetes: uno para la soledad, otro para compartir, otro para aprender y otro para soñar imposibles. Y sobra.