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Tintín y los coches...

Aviones, barcos, trenes, motocicletas, cohetes espaciales... y coches. Tintín y Milú, como todos los personajes que conforman sus aventuras, han viajado en multitud de artilugios

Un rally en el jardín del castillo de Moulinsart, «Stock de Coque»

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Javier Fernández - león
León

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Tintín, el periodista más famoso del mundo, protagonista de las más electrizantes historietas que haya conocido nunca el mundo del tebeo, que jamás escribió una línea ni mandó una crónica, acaba de cumplir 75 años. Y con él, toda una sucesión de personajes que han pasado a la historia como los más histriónicos acompañantes de unas aventuras en las que su protagonista, Tintín y su no menos fiel acompañante, Milú, han abordado los más variados medios de transporte en una época en la que la comunicaciones no eran lo que hoy, tres cuartos de siglo después, han llegado a ser. En un mundo tan empequeñecido -por globalizado- como el actual, cuando las noticias se transmiten y conocen prácticamente al instante, casi se diría que «antes» de que se hayan producido, el radiograma y el telegrama se convierten en piezas de colección -como las historietas dibujadas por el genial Hergé-, como los aviones de hélice o los trenes y barcos de vapor. Frente a ellos, a esos artilugios del pasado, tan sugestivos como que cada cual los ha guardado en sus más recónditos rincones de la memoria hasta formar una caleidoscópica postal, los coches tienen un lugar de privilegio. Para nadie es un secreto que en las Aventuras de Tintín , convertidas ya en icono editorial del XX... y con «apetencias» al XXI, fiel exponente de la Escuela Belga, tan cuidadosa con los detalles que ha llegado a conformar la llamada «línea clara», resultan perfectamente reconocibles todos y cada uno de los automóviles, camiones y motocicletas, que aparecen en las viñetas. Si bien es verdad que, por evidentes razones, los modelos franceses (Citroën, Simca, Renault, Panhard, Peugeot...) son tan normales en los dibujos de Georges Remi ( dites Hergé) como lo eran en su tiempo de la vida real -por cierto, ¿hay algo más verdadero que la historieta?-. Hergé parecía tener especial predilección por las realizaciones deportivas italianas (no en vano fue un afamado coleccionista de Ferrari) a la vez que rendía culto al celebérrimo Jeep, al que concedió privilegio de portada en dos de los álbumes: Tintín en el país del oro negro y Objetivo:La Luna . Una tercera portada, Tintín en el Congo , también muestra un destartalado modelo «africano» de los años treinta, conducido por Tintín y atestado de material expedicionario. Aunque nada como la desenfrenada persecución ( El asunto Tornasol ) del precioso Lancia Aurelia B20, uno de los más famosos coupés deportivos de mediados de los cincuenta, a bordo del cual Tintín, el insustituible foxterrier Milú y el inefable Capitan Haddock... son conducidos ( ¡Madonna! Una persecución de bandidos... ¡Va bene! ) por el prototípico «signore»: Arturo Benedetto Giovanni Giuseppe Archangelo Alfredo Cartoffoli de Milán... quien se salva de la multa del enfadado gendarme porque, ¿quién se apresta a rellenar tal nombre en el boletín?. Aunque nada como la última viñeta de Stock de Coque , en la que el pelmazo de Serafín Latón, un insoportable vendedor de seguros que ya se hiciera famoso en Las joyas de la Castafiore y que retrata como ninguno las insolencias de tales (dicho sea con todo respeto...) profesionales del ramo, a quien no se le ocurrirá mejor idea que la de organizar la última etapa de un rally... en el mismísimo jardín del castillo de Moulinsart, residencia habitual de nuestros héroes. Es en esa viñeta donde el lector podrá disfrutar adivinando la marca y modelo de todos y cada uno de la casi veintena de automóviles que allí se muestran. En fin... les propongo un atractivo juego para «tintinólogos»: encuentren el Jaguar XK120, el biplaza Messerchmit, el Citroën Tiburón o, más fácil, la Isetta «huevo» que tanta gracia nos hizo siempre a los españoles...