Diario de León

Los métodos de educación temprana ayudan a potenciar las capacidades intelectuales de los niños

La inteligencia también se estimula

Los primeros años del bebé resultan fundamentales para el futuro desarrollo del cerebro

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G. del Campo - león
León

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Las escuelas que emplean métodos de educación temprana pretenden aprovechar el periodo de desarrollo del cerebro humano, que dura hasta los 6 años, para potenciar las capacidades motrices e intelectuales de los más pequeños. Sus defensores afirman que los conocimientos científicos sobre el aprendizaje humano se han convertido en una auténtica revolución. Si hasta hace unos años se creía que los bebés sólo eran capaces de balbucear, moverse torpemente o repetir acciones mecánicas, ahora empezamos a saber que los humanos seguimos siendo racionales aunque tengamos sólo unos meses de vida. Según se recoge en el libro Un científico en la cuna del psicólogo A. Meltzoff, antes de aprender a hablar, el bebé ya es capaz de pensar, establecer conclusiones, anticipar acontecimientos, buscar explicaciones e, incluso, realizar pequeños experimentos. Estas ideas se han visto reforzadas por los descubrimientos sobre plasticidad neuronal que han comprobado que, aunque nacemos con la práctica totalidad de células nerviosas que vamos a requerir en la vida, las conexiones entre ellas aún no están perfiladas. Así, durante los primeros meses se ponen en marcha en el cerebro todas las funciones del sistema neurovegetativo (unas 250.000 conexiones por minuto) y a los dos años, el cerebro del niño tiene el doble de conexiones y consume el doble de energía que el de un adulto. Los neurólogos afirman que en este proceso juega un papel importante la experiencia y el estímulo y así, cada vez que el niño juega, escucha la voz de su madre o percibe el olor del biberón se van despertando las conexiones nerviosas aún dormidas. Por tanto, mientras más ricas sean las experiencias del niño, más rico será su cerebro. A favor y en contra Aseguran los expertos que la estimulación sensorial del cerebro es determinante para que se desarrolle correctamente. Según se recoge en la revista Muy, un estudio del Bayllor College of Medicine de EEUU concluye afirmando que los niños que crecen en un ambiente sin afecto o que no juegan a menudo desarrollan un cerebro entre un 20 y un 30% más pequeño que el resto de los de su edad. ¿Quiere esto decir que a mayor estimulación niños más listos? Conviene recordar el peligro que supone la sobreestimulación porque puede producir insomnio, irritabilidad y excitación, siendo aconsejable dejarse asesorar sólo por profesionales. El padre o el educador deben controlar los periodos de estimulación y parar cuando el niño empiece a mostrar síntomas de cansancio: se distrae, gira la espalda, se queja o llora. Algunos expertos creen que, aunque las técnicas de estimulación en niños con déficits psicomotores se han mostrado efectivas, se ha exagerado el concepto de estimulación precoz en los niños normales ya que en un ambiente medio reciben continuamente estímulos a través de juguetes, canciones o caricias de sus padres. Por su parte, desde los centros que practican educación temprana se afirma que sí existen carencias como la estimulación motriz a través del ejercicio. Lo cierto es que faltan estudios científicos fiables que demuestren rotundamente las ventajas e inconvenientes de un método educativo sobre otro. Mientras tanto, el doctor Kovacs, médico y presidente de la fundación que lleva su nombre, afirma que «la educación desde el punto de vista cerebral consiste en aportar en cada momento los estímulos necesarios para fomentar la constitución de conexiones neuronales». Como en tantas otras cosas, la respuesta está conseguir el difícil término medio.

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