Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Lo vendemos todo

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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INSTALADOS ya en el año 2004, del que tanto se espera y se teme, la llamada Hacienda Municipal y espesa ha alcanzado una conclusión auténticamente salomónica: Para obtener dinero, no existe fórmula económica más segura y convincente que vender. Vender, vender y vender, hasta que ni los pajaritos del bosque tengan hojas bajo las que guarecerse. La señora concejala de los dineros del Común, ha expuesto, con la claridad y seguridad con que las señoras metidas a administradoras suelen emitir sus juicios, una doctrina inapelable: «La única forma posible de contar con dinero contante y sonante en el capítulo de inversiones pasa por vender suelo municipal. Esto de vender patrimonio es argumento sabido y repetido por todos nuestros organismos con presupuesto a mano y nada habría que oponer si no fuera porque al paso que vamos, y siguiendo fielmente la doctrina, llegará un día en el cual podamos consignar que no disponemos, que el Ayuntamiento o la Diputación, por ejemplo, no disponen ni de un euro sobre el que depositar el cadáver económico de la Ciudad o de la Provincia. Y es lo que se pregunta el hombrín, también andante y sonante: «¿Qué va a ser de nosotros, cuando no dispongamos de un palmo de terreno, ni de una chabola ni de un árbol para vender al postor más listo?» La Municipalidad o la provincia se convertirán, por la razón natural de la pobreza absoluta en un pueblo, en una provincia sin salida airosa y gloriosa. Y quedaremos -¿o ya lo estamos?- en manos de aventureros sin tacha y de agiotistas con anverso y reverso. Y entonces, los servicios, que debieran ser de la exclusiva responsabilidad y cargo de los Organismos oficiales u oficiosos, serán explotados, en el sentido más real del término, por los aprovechados del río revuelto de las economías locales, provinciales y nacionales. Ya es una señal significativa la que determina que las Consejerías, diputaciones o concejalías económicas estén recayendo en señoras, no solamente bien preparadas, sino además con vocación administrativa desde los tiempos más remotos. Regularmente en la casa de todos los contribuyentes de menor cuantía la que enderezaba el curso económico de la familia era y es la mujer, la madre, la dueña y señora de la cocina y de la cesta de la compra. Cuando las novísimas tendencias que aconsejaban revisar el sistema y poner al frente de los dineros a hombres, todos los hechos y derechos que se quisiera, pero insuficientes e incompetentes hasta la temeridad, se produjo la revolucionaria enmienda de colocar al frente de las economías públicas a mujeres. Nuestro futuro está en sus manos. Y hace muy bien esta nuestra señora de los dineros municipales al advertir sobre la inminencia y consecuencias de esta disposición a vender, vender y vender. Porque así como no tan sólo de pan vive el hombre, tampoco puede esperarse que puedan los pueblos levantar cabeza, vendiéndolo todo. Y cuando se menciona el «Plan de Austeridad», no quiere decirse que se esté aconsejando la venta de la Catedral a los japoneses, por ejemplo, medida ésta que sin duda contribuirá eficazmente a rebajar nuestros espantosos déficits. 1397124194

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