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Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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Y USTEDES perdonen, pero es que estamos llegando, en el ejercicio de soplagaitas políticos a niveles de vértigo. No teníamos con aquellas amenazas humorísticas de encadenarnos si no se alcanzaba, ya no recuerdo qué trámite ferroviario, cuando, entre otros varios, surge el alegre y desenfadado juego de la benemérita. («Banderita tu eres roja/ banderita tú eres gualda...») que tiene también sus pros y sus contras y sus renuncios. Por si el Rectorado de la Universidad de León debe colocar la bandera de León en sus lugares de protocolo, o por si el tal señor rector, magnífico y tenaz, considere que este es un problema que debe resolver el Consejo y no el rectorado, la Universidad se queda sin barrer. Y desde los ásperos, contradictorios y combativos bancales del Municipio, se escuchan las mismas voces amenazando de nuevo con no mover una escoba municipal para la mejor atención y cuidado de la Institución, hasta que la dicha bandera aparezca flotante al viento. Esto es para mear y no echar gota. Cuando en León se descubre que no se sabe qué organización, institución, asociación, onege o cabildo se han quedado con más de mil millones de euros entre las comidas y bebidas conmemorativas, y cuando la señorita de la estadística nos informa de que el índice de parados y con toda la cuerda está aumentando alarmantemente, sabido como es que las deudas municipales -y las de la Excelentísima alcanzan ya proporciones cósmicas-, viene el Municipio a declarar que está dispuesto a suprimir de su frondosa nómina no menos de 200 funcionarios, empleados, obreros y demás gente de rango municipal provisional. O sea, sin entrar en doctrinas que dan para «Rato», el Ayuntamiento de León, se había convertido, se está siguiendo, en la empresa más abierta, más generosa, más descarada de toda la nómina laboral de la provincia e islas. Y lo singular de este fenómeno, es que la mayor parte de estos doscientos figurantes administrativos, fueron colocados, en el sentido más correcto y cómodo del término, a dedo. La dedocracia se había instalado en la municipalidad cuando todos se esforzaban en convencernos de que no se trataba de la dedocracia, sino de la Democracia, cuando sin duda se trataba de una nueva expresión de memocracia como signo de nuestro quehacer administrativo. Vinieron los morenos, y como en la copla medieval, les molieron a palos, que Dios ayuda a los buenos/ cuando son más que los malos. León, o sea su municipio, ya no puede con la carga. No importa quien ha sido el responsable principal aunque a todos se nos antoja que aquí como en Cantamilanos/ todos en ello/ pudimos nuestras manos». Uno más que otros. Lo que ya va es un tanto claro, dicho sea con la mejor intención de colaborar hasta que la muerte nos separe, es que aquí hay alguien que está jugando con nuestros dineros y con nuestros puestos de trabajo. Y que resulta ridículo, (sino denunciara más repugnantes usos y costumbres), que andemos tras las guerras de las banderas o de las mierdas y basuras públicas, cuando, repetimos, alguien se está llevando la escribanía de plata.

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